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Charro: “En Getxo había de todo. Había mucho amenazado, mucho protegido y mucho etarra”.

El experto en seguridad y autor del libro “Una pistola y veinticinco balas”, César Charro, ha concedido una entrevista a Diario de Getxo donde habla de los ciudadanos de Getxo exiliados en su día por la amenaza de la banda terrorista ETA, denuncia la tibieza del mundo nacionalista a la hora de condenar y apoyar a las víctimas, y lamenta que a estas últimas se les mate dos veces, primero a la persona y después a su memoria. “Que un concejal socialista o del PP pueda pasear con su perro por Ereaga es una forma de expresión. Eso no lo han podido hacer durante muchos años. El miedo va cayendo pero todavía persisten las ofensas a personas por decir lo que se piensa” ha dicho. Charro lleva 22 años trabajando en Getxo como funcionario municipal y baraja la posibilidad de publicar una trilogía donde se recojan testimonios de los familiares de las víctimas de ETA. Además, explica semanalmente su visión del municipio en la sección “Getxo, de arriba abajo” de Diario de Getxo.

 

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César Charro, autor del libro «Una pistola y 25 balas» y funcionario municipal de Getxo.

Periodista (L.M.) En su libro “Una pistola y veinticinco balas” busca homenajear a los más de 3.000 escoltas privados que protegieron a los amenazados por la barbarie terrorista de ETA. Muchos de esos amenazados por la banda terrorista vivían en Getxo.

C.C. Getxo sale mucho en el libro porque muchas cosas sucedían aquí. Aquí había mucho amenazado, había mucho protegido y había mucho etarra. Y todos conviviendo en una superficie donde todos se conocían.

Getxo es un ejemplo para España. Porque conviven todas las sensibilidades en un mismo pueblo. Getxo aúna todos los ingredientes de la sociedad vasca. Tenemos la alta burguesía de los empresarios de Neguri, la burguesía comerciante de Las Arenas, las zonas rurales de Santa María de Getxo y la zona más obrera en Romo. Tenemos todos los estratos.

Aquí no ha existido libertad y se produce una infamia. Los que han sufrido la violencia resulta que ahora son un obstáculo para la paz. Cuando quedan 300 asesinatos sin resolver quien mas autocrítica debe hacer es precisamente quien en su tiempo no apoyó decididamente a las victimas. Los partidos nacionalistas en cierto momento fueron muy tibios en la condena de la violencia, en el apoyo a las víctimas y en dar cariño a la gente que lo necesitaba. Y ahora están siendo tibios en la condena y en la reescritura de lo que pasó.

No veo la comprensión de ese mundo nacionalista para todos aquellos que han sufrido tanto. Como cuento en el libro, sorprendentemente hay personas que consideran que el hecho de ser víctima no quiere decir que tengas razón. Para mí, la razón le asiste siempre a quien es víctima inocente. Aquí no ha habido un conflicto. Aquí ha habido unos señores que mataban a otros porque no les gustaba lo que pensaban o porque venían soplos de que eran chivatos por hablar con la Guardia Civil o porque pasaban por allí. Fue una dictadura de terror y no hay otra lectura.

L.M. En Getxo hubo mucha gente exiliada

C.C. No hay más que ver la cantidad de palacios y caserones abandonados en Neguri. Esa gente se marchó por las amenazas. Eran personas pertenecientes a familias influyentes, empresarios, que abandonaron este municipio y el País Vasco después de los secuestros y asesinatos. Aquí ha habido hechos muy violentos -como la voladura la casa de la senadora del PP Pilar Aresti o el asesinato de Lidón entre otros muchos- lo suficientemente importantes como para expulsar a una parte de la población. Mientras otra parte de la población vivía de espaldas. Pero eso pasa en todas las situaciones de totalitarismo.

Mientras había gente que moría o tenían que llevar escoltas, había otra mucha gente que vivía muy bien. Yo soy el primero que me reconozco culpable de inacción. Toca entonar el mea culpa. Mucha gente para vivir tranquilos tuvo, o tuvimos, una inacción culpable. En cierto modo dimos la espalda a las víctimas. A mi, personalmente, eso me atormenta, pero veo que no le pasa a todo el mundo.

Me llama la atención que cuando se producía un asesinato íbamos a las manifestaciones de repulsa callados, mientras la otra parte cuando tenían un muerto entre los suyos ocupaban las calles a gritos y con violencia. A nosotros, a los demócratas, nos faltó chillar. En el espíritu de Ermua se vio claramente cuál era esa fuerza, la fuerza de ir a sus sedes a gritarles que ya bastaba. No se ejerció violencia sobre ellos. Fue suficiente para acorralarles. Pero eso tampoco gustó al mundo nacionalista.

Aquí ha habido asesinatos. No se nos puede olvidar. Es algo de lo que no se habla. Llevo 22 años en este pueblo y no he visto un recuerdo de eso. No he visto ninguna publicación que recoja esos hechos. Me recuerda a cuando yo era pequeño que aprendíamos la historia desde la Edad de Piedra pero nunca llegábamos a la república ni a la Guerra Civil. Y aquí pasa lo mismo. Hay un salto en el tiempo de cincuenta y tantos años para no recordar que hay gente a la que han matado vilmente.

L.M. En el Pleno de diciembre se rechazó una propuesta de los populares para poner placas en cada punto del municipio donde ETA había asesinado.

C.C. A las victimas hay que recordarlas. No sé si a través de una placa, pero lo que sí parece es que cada vez que salen estas cosas siempre hay una oposición. Es un afán de invisibilizar el sufrimiento de cierta gente con lo cual los están matando dos veces. Han matado a la persona y están matando su memoria. Y su memoria tiene que quedar reivindicada y la tienen que reivindicar los que mandan en las instituciones. Fueran de ellos o contrarios a sus ideas porque, al final, eran ciudadanos de aquí. Insisto, no sé si a través de una placa o de otra manera, pero el reconocimiento que hace el Ayuntamiento una vez al año un poco a la fuerza para tapar otras miserias de lo que no se ha hecho con anterioridad me parece escaso.

Mira, en la plaza del Ajedrez hay una placa dedicada a un señor que lo mató un policía municipal de aquí, de Getxo. Un incidente deplorable. Esa placa lo han puesto los familiares y amigos sin pedir permiso y no seré yo quien discuta la idoneidad de recordar a esa persona porque me parece una víctima de un suceso terrible. Pero no lo han quitado porque es una víctima de un abuso policial. Sin embargo, estamos hablando de que no se va a permitir poner una placa por ejemplo al juez Lidon, o a otros muchos que la merecerían igualmente.

Planteémonos una cosa. Si mañana los familiares de un terrorista pusieran una placa en su calle ¿la retirarían? ¿El tratamiento es igual para todas las víctimas por parte de las autoridades? Yo creo que no. Sigue existiendo un mundo que infunde miedo todavía en la sociedad, incluso en los políticos. Siempre tratan de quedar bien, aunque muchas veces critican al entorno de la izquierda abertzale, nunca es con la dureza que se critican otras posiciones políticas.

L.M. En su libro haces aparecer en varios ocasiones al municipio de Getxo.

C.C. El segundo hecho que afecta a toda la historia del libro –el primero es el asesinato de Miguel Ángel Blanco- ocurre en Getxo. Es el asesinato del juez Lidon que generalizó las escoltas para toda la carrera judicial, fiscales etc. Y es una historia más que ilustra que este pueblo ha tenido un papel relevante para lo que ha sido esta lamentable historia de las víctimas. Habrá pocos municipios tan azotados por la violencia, aunque cuando estás en el epicentro te parezca que no es para tanto.

Por otro lado, cuando asesinaron a Miguel Ángel Blanco, me parece terrible que nadie fuera capaz de ir a identificar a 4 niñatos que, en las fiestas de Neguri Langile, se dedicaron a reírse de una persona que acababan de matar. Habían puesto música de fanfarria –en una txosna- y tirado cohetes al poco tiempo de conocerse por los medios la noticia del hallazgo de Miguel Ángel Blanco y ninguna autoridad se acercó a parar aquello. Es una historia que está en el libro.

L.M. ¿Qué ha pasado con los más de 3.000 escoltas privados que perdieron su trabajo al poner fin ETA a su actividad criminal?

C.C. Salvo 135, los demás están fuera de ese trabajo. Unos pocos se han recolocado como vigilantes de seguridad, en discotecas, etc. pero la mayoría está en el paro porque ya tienen cierta edad y a las empresas ya no les sale rentable.

Estamos desaprovechando la experiencia de una gente que ha tenido un éxito del 100% en su trabajo. Desde que ellos empezaron a escoltar a los protegidos nunca más volvió a morir nadie que llevara escolta. Desde que ellos escoltan a mujeres maltratadas y amenazadas por violencia de género, estas no han sufrido agresiones. O sea, que tienen una efectividad del 100%. Nadie, ningún cuerpo policial, puede acreditar esa efectividad del 100% y, pese a todo, se habla mal de ellos. Se dice que si cobraban mucho, que si trabajaban poco, etc. Para mí, el valor que tiene el hecho de que con ellos no haya muerto nadie es inmenso.

Respecto a lo de cobrar mucho, si se tiene  en cuenta los días y horas que trabajan me salen sueldos de 6/8 euros la hora. No es, pues, cierto que cobraran mucho, la protección salió barata.

No debe recriminarse al Gobierno por haber gastado dinero en la protección de las personas sino a los que mataban habernos hecho desembolsar ese dinero para evitarlo. Aquí siempre cargamos la culpa sobre la parte más débil.

L.M. ¿Hay más libertad ahora? ¿Permanece el miedo?

C.C. Ahora se expresan con más libertad tanto personas anónimas como concejales, cargos públicos menores, etc. Que un concejal socialista o del PP pueda pasear con su perro por Ereaga es una forma de expresión. Eso no lo han podido hacer durante muchos años. El miedo va cayendo pero todavía persisten las ofensas a personas por decir lo que se piensa.

Mira, a mí me llamó una cadena de televisión cuando se reunieron los mediadores internacionales en el Hotel Carlton para que, en mi condición de experto en seguridad, fuera a analizar las partes técnicas del desarme. Que unos señores con 50 años de violencia a sus espaldas pongan dos pistolas, una escopeta vieja y unos paquetes que dicen que son explosivos y que nadie se molesta en comprobar, como gesto de desarme no le veo fuste. Mucho menos cuando después de enseñarlo recogen todo y se marchan por donde han venido. A día de hoy no sabemos donde están esas pistolas y no se ha vuelto a hablar de ese desarme ni de ningún otro. ETA tiene las armas guardadas en algún sitio y cuando las entregue y lo veamos se habrá desarmado, pero mientras tanto no. Ese hecho es tan objetivo como el hecho de que no han vuelto a matar.

En cuanto al miedo, creo que hay gente que todavía lo tiene, cada vez menos, cierto, pero lo tiene. Y recordar que gente de Bildu, que ahora está convencida de que aquel no era el camino porque ven que este es mucho más provechoso para ellos, antes no tenían permitido hablar. Y al que hablaba más de dos palabras fuera de la línea extorsiva de la banda terrorista, no volvía a hablar, le callaban enseguida.

L.M. ¿Barajas una segunda parte del libro?

C.C. Acaricio la idea de una trilogía. Me gustaría hablar de otro colectivo invisible. Son las víctimas que califico de segunda línea.

Me refiero a los niños que tuvieron que vivir sin padre, las mujeres que perdieron al marido, las familias que tuvieron que vivir en un pueblo donde nadie les dirigía la palabra. Es un colectivo que me apetece tratar y saber cómo han sido sus vidas desde el atentado.

Quisiera contactar también con el hermano gemelo de aquel niño que mataron en Erandio. Quisiera conocer el testimonio de esos niños que oyeron un estruendo y al asomarse a la ventana vieron a su padre dentro de un coche ardiendo después de que ETA lo volara en pedazos. Me interesa eso porque son gente, como la familia del juez Lidón, olvidada, y que no han recibido el cariño que merecen de la sociedad ni de las instituciones. Los judíos han hecho un esfuerzo enorme y hoy día todo el mundo conoce su historia y su penuria y nadie la discute porque es hasta delito en muchos países discutir ese sufrimiento. Y aquí se discute. Y el que no lo discute lo mete bajo la alfombra como si fuese porquería. No me gusta esa famosa equidistancia donde se pone en un colegio a hablar a una víctima de ETA junto a una víctima de un abuso policial. Es que no es lo mismo. Una cosa es anecdótica, tiene su castigo y está repudiada desde el propio cuerpo de seguridad y la otra es la actuación de una banda terrorista que ha matado, que no ha obedecido a nadie y de la que todavía quedan 300 crímenes sin aclarar. El otro día, a un terrorista sanguinario -Bolinaga- , autor de asesinatos y del secuestro más terrible de nuestra historia se le hizo un homenaje como si fuera un héroe. Yo creo que esas cosas deberían prohibirse. Debemos ir a las escuelas a explicar que eso no fue así.