El Ayuntamiento de Getxo ha presentado con grandes declaraciones su nuevo contrato para la limpieza urbana y recogida de residuos que entró en vigor el pasado 1 de octubre. Con un presupuesto de 58 millones de euros y promesas de sostenibilidad, el proyecto busca «adaptarse a los hábitos ciudadanos y a las tendencias medioambientales». Sin embargo, detrás de las palabras y los números, las medidas anunciadas dejan entrever un enfoque superficial e insuficiente para abordar problemas crónicos, que parecen perpetuar la ineficiencia y la falta de ambición estructural.
Medidas de marketing disfrazadas de progreso
El plan incluye novedades como retrasar en una hora el inicio de servicios de baldeo y recogida, la eliminación de ciertos camiones nocturnos y el incremento de vehículos a gas. Sin embargo, estos cambios parecen más dirigidos a «maquillar» el servicio que a transformarlo de raíz. El retraso horario no solo podría dificultar la actividad matutina en zonas concurridas, sino que también obvia las críticas recurrentes sobre la falta de limpieza efectiva en muchas calles.
La eliminación de los camiones satélite y de carga lateral, vitales para zonas de difícil acceso, no se justifica desde un punto de vista operativo. En cambio, pone en cuestión si se prioriza la comodidad de la gestión sobre las verdaderas necesidades del municipio.
El reciclaje: un peso mal distribuido
Aunque se anuncia un esfuerzo por duplicar efectivos para la recogida orgánica y por ampliar los puntos fijos de residuos peligrosos, estas medidas no parecen suficientes para cumplir los objetivos marcados por la normativa de residuos. En lugar de asumir un liderazgo activo, el Ayuntamiento traslada la responsabilidad a la ciudadanía, confiando en una implicación individual que, aunque necesaria, no puede ser la única solución.
Los puntos de recogida de residuos peligrosos y el contenedor marrón para orgánica son iniciativas que llevan años implantadas sin resultados notables. ¿Qué garantiza que esta vez la ampliación de recursos será suficiente? Las nuevas incorporaciones, como el teléfono de atención para voluminosos o dudas sobre reciclaje, parecen más un intento de burocratizar que de resolver las demandas reales.
Un sistema de limpieza viaria al borde del colapso
El aumento de zonas de barrido manual y la incorporación de herramientas ergonómicas, como aspiradores o carros eléctricos, se anuncian como logros, pero resultan insignificantes frente a la magnitud del problema. La percepción generalizada de suciedad en las calles no se solucionará con una aspiración semanal en cada zona o con nuevos equipos si el personal sigue siendo insuficiente para la densidad urbana de Getxo.
El retorno del «operario de zona» parece un guiño al pasado más que una solución efectiva. Sin un refuerzo real del personal y una planificación que contemple la alta generación de residuos en zonas concurridas, esta medida no hará más que perpetuar el problema.
Complejo Medioambiental de Larrañazubi: ¿realidad o promesa vacía?
La centralización de servicios en el Complejo Medioambiental de Larrañazubi se presenta como una solución innovadora. Sin embargo, las promesas de plantas de compostaje y biosecado carecen de fechas claras de ejecución y de compromisos medibles. Mientras tanto, las metas de reciclaje del 55% para 2025 parecen cada vez más inalcanzables.
Además, la opacidad sobre la gestión y los resultados que se espera de este complejo alimenta dudas sobre su eficacia real. ¿Será una herramienta para mejorar la sostenibilidad del municipio o simplemente otro anuncio vacío que encubre la falta de soluciones estructurales?
El verdadero problema: una falta de visión a largo plazo
El nuevo contrato de limpieza no enfrenta el desafío de forma integral. Carece de una estrategia ambiciosa que aborde las raíces del problema: la generación excesiva de residuos, la falta de infraestructura avanzada de reciclaje, la insuficiencia de recursos humanos y el deterioro del espacio público.
Por cada aspirador nuevo o contenedor a gas, Getxo sigue acumulando basuras fuera de lugar, calles descuidadas y una gestión que prioriza la propaganda sobre los resultados. La ciudadanía no necesita promesas envueltas en cifras multimillonarias; exige un cambio real que, hasta ahora, el Ayuntamiento parece incapaz de ofrecer.
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