El Ayuntamiento de Getxo ha anunciado con bombo y platillo la distribución de 380.750 euros entre 15 proyectos de cooperación internacional liderados por ONGDs. Sin embargo, una mirada crítica revela un patrón preocupante: falta de transparencia, prioridades cuestionables y una ejecución que parece más un ejercicio de marketing político que una estrategia efectiva para combatir la pobreza y promover el desarrollo sostenible.
Distribución arbitraria: Fondos sin lógica clara
La disparidad en las asignaciones llama poderosamente la atención. ¿Por qué un proyecto educativo en la República Democrática del Congo recibe 46.000 euros, mientras que un centro de salud mental en el mismo país apenas obtiene 5.000 euros? ¿Qué criterios técnicos y éticos justifican estas decisiones? En ausencia de explicaciones claras, estas desigualdades dan pie a pensar que los recursos no se distribuyen en función de las necesidades reales de los destinatarios, sino bajo una lógica opaca e improvisada.
Impacto inflado: ¿Cifras para impresionar o cambiar realidades?
El Ayuntamiento proclama que 103.191 personas, mayoritariamente mujeres, se beneficiarán de estos fondos. Sin embargo, no se presentan indicadores concretos para evaluar la sostenibilidad y eficacia de los proyectos. Declarar cifras deslumbrantes sin detallar cómo se medirán los resultados finales es, en el mejor de los casos, irresponsable y, en el peor, un intento deliberado de ocultar la falta de impacto real.
Además, la diversidad de los proyectos –que abordan desde la soberanía alimentaria en Guatemala hasta la lucha contra la pobreza menstrual en Tanzania– parece más un listado de buenas intenciones que una estrategia cohesionada. Al dispersar los recursos en múltiples iniciativas sin una visión integral, el Ayuntamiento perpetúa una fragmentación que socava cualquier impacto significativo.
Es evidente que algunos países acaparan la mayor parte de las ayudas, mientras otros quedan relegados. Guatemala, por ejemplo, recibe financiación para tres proyectos distintos, mientras que regiones igual o más necesitadas, como el Sudeste Asiático o África Central, apenas figuran. Este desequilibrio refleja una posible falta de planificación estratégica y pone en duda si las ayudas responden realmente a las prioridades globales de desarrollo o simplemente a relaciones preexistentes con determinadas ONGDs.
Transparencia ausente: ¿Dónde está la rendición de cuentas?
El comunicado no menciona ningún mecanismo de auditoría, supervisión o seguimiento de los proyectos. En un contexto donde las irregularidades en la cooperación internacional no son infrecuentes, esta omisión resulta inaceptable. ¿Cómo se asegura que los fondos llegarán efectivamente a las comunidades destinatarias y no se perderán en intermediarios? Sin información detallada ni un compromiso explícito con la rendición de cuentas, las sospechas de mala gestión o incluso de clientelismo político están justificadas.
Un uso paternalista de los ODS
El Ayuntamiento envuelve esta distribución de fondos en el lenguaje de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), una práctica cada vez más común para legitimar cualquier acción, por superficial que sea. Sin embargo, utilizar la Agenda 2030 como un escudo retórico sin mostrar resultados medibles es un insulto tanto para las comunidades beneficiarias como para los contribuyentes de Getxo.
Conclusión: ¿Desarrollo o Propaganda?
En lugar de ser una herramienta para el cambio real, estas subvenciones parecen diseñadas para generar titulares y reforzar una imagen política progresista, mientras las preguntas fundamentales sobre impacto, equidad y transparencia quedan sin respuesta.
Si el Ayuntamiento de Getxo realmente quiere contribuir al desarrollo global, necesita un cambio radical en la manera de planificar y gestionar estas ayudas. Esto incluye criterios claros de selección, mecanismos transparentes de seguimiento y, sobre todo, un compromiso real con las necesidades de las comunidades beneficiarias, en lugar de utilizar la cooperación internacional como una herramienta de autopromoción. Sin estas reformas, estas subvenciones no son más que un espectáculo vacío.