El Ayuntamiento de Getxo ha presentado con entusiasmo los resultados de su programa “Comunicaciones previas exprés”, destacando un aumento del 102% en la gestión de obras menores gracias a un nuevo aplicativo informático. Sin embargo, bajo esta aparente mejora en la agilidad administrativa, se esconde una realidad menos halagadora: graves carencias estructurales en la gestión urbanística que el consistorio intenta maquillar con cifras parciales y soluciones temporales.
Cifras que ocultan un problema estructural
Si bien el incremento de las comunicaciones previas (1.733 en 2023 frente a 855 en 2022) podría parecer un éxito, este dato resulta engañoso al compararse con las licencias de obras mayores, que han caído de 508 en 2022 a 367 en 2023. Este descenso no responde a una mayor eficiencia, sino a la acumulación de expedientes sin resolver. Según el propio concejal Íñigo Urquiza, los retrasos se deben a la “complejidad” de los trámites y la necesidad de subsanaciones, lo que evidencia un sistema incapaz de gestionar adecuadamente las solicitudes más exigentes.
Además, aunque el programa exprés permite resolver permisos menores y pagos de forma inmediata, no aborda los problemas de fondo existentes: procedimientos opacos, falta de indicadores para medir la eficacia y plazos excesivamente largos que afectan tanto a particulares como a empresas.
La negativa a la auditoría externa: ¿temor a la transparencia?
Uno de los aspectos más controvertidos es la negativa del pleno municipal a realizar una auditoría externa del Área de Urbanismo. En la moción que se discutía se pedía evaluar de manera independiente los recursos, procedimientos y carencias del departamento, fue rechazada sin mayores explicaciones. Esta decisión plantea interrogantes sobre el verdadero interés del Ayuntamiento en solucionar los problemas estructurales del área y mejora la percepción de opacidad en su gestión.
Parches y promesas vagas
Para justificar los retrasos y la acumulación de expedientes, Urquiza ha enumerado una serie de medidas que más bien parecen parches: automatización de trámites, uso de Inteligencia Artificial para revisar documentos y un “refuerzo temporal” en el personal de Disciplina Urbanística. Estas iniciativas, aunque necesarias, llegan tarde y dejan en evidencia la falta de planificación a largo plazo para abordar un problema que no es nuevo.
Además, el énfasis en reconducir licencias de obra mayor hacia comunicaciones previas plantea dudas sobre si el Ayuntamiento está priorizando la cantidad sobre la calidad, utilizando vías administrativas más rápidas, pero menos rigurosas, para inflar sus cifras de gestión.
Conclusión: una gestión que no pasa la prueba
Aunque el Ayuntamiento intenta vender estos datos como un avance, la realidad pinta un panorama preocupante: los problemas estructurales de la gestión urbanística en Getxo persisten, y las soluciones propuestas son insuficientes. La falta de voluntad para someterse a una auditoría independiente refuerza la percepción de un gobierno municipal más preocupado por salvar las apariencias que por abordar las necesidades reales de la ciudadanía.
El aumento del 102% en obras menores no debe distraernos de la verdadera cuestión: un sistema que sigue fallando en su principal función, garantizar una gestión urbanística eficaz, transparente y adaptada a las necesidades de todos los vecinos de Getxo.
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