El pasado 10 de diciembre, la Junta de Gobierno Local de Getxo aprobó la prórroga del contrato de asistencia técnica para la implementación de la Agenda Local 20-30, con un coste de 10.769 euros. Este nuevo paso en la aplicación de una agenda globalizada, impulsada por la ONU, refleja no solo una dependencia de directrices externas, sino también una desconexión con las necesidades y particularidades locales.
Zonas de Bajas Emisiones: imposición innecesaria en un municipio con aire limpio
Uno de los ejemplos más claros del impacto de estas políticas es la próxima implantación de Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) en Getxo, obligatoria para municipios de más de 50.000 habitantes según la Ley de Cambio Climático. Sin embargo, esta medida choca con la realidad: Getxo cuenta con una de las mejores calidades del aire del entorno, y no existen evidencias de que las emisiones locales supongan un problema significativo para la salud pública o el medio ambiente.
Lejos de responder a una necesidad real, la imposición de las ZBE obliga a destinar recursos públicos a una medida cuyo impacto tangible es cuestionable. En lugar de priorizar soluciones adaptadas a las demandas ciudadanas, como mejorar el transporte público o fomentar una movilidad más inclusiva, se opta por cumplir con una agenda estándar que parece más diseñada para ciudades con problemas de contaminación graves que para municipios como Getxo.
La Agenda 20-30: un traje global que no encaja
La implementación de la Agenda 20-30 en Getxo evidencia cómo un marco global, diseñado para abordar desafíos de escala planetaria, a menudo ignora las realidades y prioridades locales. La obligatoriedad de aplicar objetivos abstractos, como los relacionados con la sostenibilidad o la inclusión, no tiene en cuenta que cada territorio tiene sus propias dinámicas sociales, económicas y medioambientales.
En el caso de Getxo, el problema no es la falta de alineación con principios sostenibles, sino la desconexión entre las políticas que se promueven y las necesidades reales de la población. Mientras se destinan recursos a cumplir con indicadores internacionales, problemas inmediatos como el acceso a la vivienda, la movilidad realista o la conservación del litoral quedan relegados.
El coste de la dependencia externa
La prórroga del contrato con Prospektiker, S.A. también pone de manifiesto la dependencia del municipio de empresas externas para cumplir con una agenda que debería ser gestionada de forma autónoma. La pregunta es inevitable: ¿por qué no se invierten estos recursos en fortalecer la capacidad técnica y estratégica del propio Ayuntamiento?
Además, la falta de transparencia sobre los resultados alcanzados hasta ahora en el marco de la Agenda 20-30 refuerza la sensación de que se trata más de cumplir con formalidades administrativas que de lograr transformaciones reales.
Getxo necesita autonomía, no imposiciones
La implantación de políticas como las Zonas de Bajas Emisiones y la adhesión acrítica a la Agenda 20-30 evidencian un problema más profundo: la pérdida de autonomía local frente a directrices globales que no siempre responden a las necesidades reales del territorio.
Si Getxo desea avanzar hacia un desarrollo sostenible que tenga sentido para sus habitantes, debe replantearse su enfoque. En lugar de seguir al pie de la letra agendas impuestas, el municipio debería apostar por una planificación participativa, basada en datos locales y en un diálogo real con la ciudadanía. La sostenibilidad no debería ser un eslogan vacío, sino una oportunidad para diseñar un futuro que responda verdaderamente a las demandas de los vecinos.