El Ayuntamiento de Getxo ha puesto en marcha la primera fase de los Presupuestos Participativos 2026, un proceso que se presenta como una oportunidad para que la ciudadanía influya en la gestión municipal. Desde el 30 de enero hasta el 23 de febrero, los vecinos podrán presentar propuestas para la mejora del municipio, con un presupuesto total de un millón de euros. Sin embargo, la experiencia de ediciones anteriores y las limitaciones impuestas a las iniciativas ciudadanas generan dudas sobre la efectividad real de este mecanismo.
Aunque el Ayuntamiento insiste en la importancia de la participación ciudadana, el reglamento de los Presupuestos Participativos impone numerosas restricciones que limitan su alcance. Las propuestas deben ser competencia municipal, viables técnica y económicamente, y no pueden implicar subvenciones, contratación de personal o duplicar proyectos en marcha. Este marco reduce significativamente la capacidad de la ciudadanía para influir en decisiones clave y deja fuera muchas iniciativas que podrían responder a necesidades reales del municipio.
Además, en ediciones anteriores el número de proyectos aceptados ha sido reducido en comparación con el volumen de propuestas presentadas. La falta de transparencia sobre los criterios de selección y el escaso seguimiento posterior dificultan la evaluación del impacto real del proceso.
El Ayuntamiento ha destinado un millón de euros a este proceso, una cantidad que, si bien puede parecer significativa, resulta modesta en comparación con el presupuesto municipal total. La inversión en estos proyectos se diluye al aplicarse a múltiples iniciativas de pequeño impacto, sin abordar problemas estructurales del municipio.
El carácter simbólico de esta asignación económica refuerza la percepción de que los Presupuestos Participativos son más una estrategia de imagen que un verdadero ejercicio de cogobernanza.
El Ayuntamiento ha habilitado canales online y presenciales para la presentación de propuestas, pero la plataforma digital “Zeugaz” requiere registro previo, lo que supone una barrera para ciertos sectores de la población. Aunque se han dispuesto urnas y buzones físicos en distintos puntos del municipio, la difusión de la iniciativa ha sido limitada y no garantiza una participación equitativa en todos los barrios.
El despliegue de dinamizadores con chalecos identificativos para promover la participación es una medida destacable, pero su impacto real dependerá de la capacidad del Ayuntamiento para convertir las propuestas en acciones concretas y no en simples ejercicios de consulta sin repercusión.
El Ayuntamiento de Getxo sigue apostando por los Presupuestos Participativos como un canal de participación ciudadana, pero la falta de transparencia en la selección de proyectos, las restricciones impuestas y el limitado presupuesto destinado refuerzan la idea de que se trata más de un trámite burocrático que de un verdadero mecanismo de empoderamiento ciudadano.
Sin cambios sustanciales en el proceso, la capacidad de los vecinos para incidir en las políticas municipales seguirá siendo testimonial, mientras las decisiones clave continuarán en manos de los gestores municipales sin un control real por parte de la ciudadanía.
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