El Consorcio de Transportes de Vizcaya ha inaugurado en Ibarbengoa su tercer aparcabicis disuasorio —tras los de Ansio y Leioa—, pensado para bicicletas y patinetes. Su estreno, sin embargo, ha generado varias dudas entre usuarios y colectivos de movilidad.
La principal crítica apunta a la falta de transparencia sobre la tarifa que se aplicará una vez finalice la fase gratuita. El CTB no ha concretado el precio ni las condiciones futuras, lo que dificulta valorar el servicio.
También se cuestiona la obligación de llevar un candado propio, ya que, pese a contar con videovigilancia, el aparcamiento no ofrece sistemas de anclaje reforzados, algo que usuarios consideran insuficiente para un equipamiento “disuasorio”. Lo más inquietante es que en las propias normas del suburbano sobre la utilización de los aparcabicis se indica expresamente que «el CTB no se hace responsable del deterioro, posibles sustracciones o robo de las bicicletas, patinetes o accesorios depositados en las instalaciones. La persona responsable de los daños, deberá responder ante la justicia, previa denuncia de la persona usuaria o del propio CTB». Pero, ¿y qué ocurre si no se consigue dar con la persona responsable? El Metro se lava las manos.
El acceso queda además restringido a quienes disponen de Barik personalizada o Barik mobile personalizada, excluyendo a quienes utilizan una tarjeta anónima y no garantizando el acceso universal de este servicio público.
A estas limitaciones se añade que el aparcabicis solo funcionará durante el horario comercial del metro, impidiendo estacionar o retirar bicicletas y patinetes fuera de ese margen.
Por otro lado, hay quien considera que habría sigo mejor implantar este aparcamiento disuasorio para bicis y patinetes en estaciones de Metro más céntricas y accesibles de los núcleos urbanos, como en Algorta, Neguri o Las Arenas.
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