Pulsa «Intro» para saltar al contenido

El Ayuntamiento de Getxo intenta justificar años de ausencia de podas con una nota de prensa que presenta como hoja de ruta

El Ayuntamiento de Getxo ha difundido una nota de prensa anunciando el inicio de la “temporada de poda 2025-2026”, en la que prevé intervenir sobre 4.600 árboles hasta abril. Sin embargo, el comunicado llega tras meses de críticas vecinales y denuncias públicas en los plenos municipales por la falta generalizada de mantenimiento, especialmente en el arbolado de alineación y en áreas donde los vecinos aseguran llevar años sin ver una gestión adecuada.

La nota municipal se presenta como una explicación técnica y un plan ordenado de trabajo, pero en realidad funciona más como un intento de justificar una política que durante años ha generado malestar y un deterioro visible del paisaje urbano. El propio Ayuntamiento reconoce en el texto que la campaña anterior dejó ejemplares “sin intervenir” que ahora deben ser atendidos “para asegurar su estado estructural y sanitario”, lo que confirma implícitamente las quejas sobre la acumulación de retrasos.

El Consistorio detalla tipos de poda, criterios técnicos y cifras de ejemplares, pero el anuncio se produce únicamente después de que vecinos organizados y particulares hayan tomado la palabra en el pleno para exigir explicaciones. Las denuncias por ramas invadiendo aceras, árboles sin mantenimiento durante años, daños a fachadas y riesgo para viandantes han sido constantes. La respuesta institucional no ha llegado hasta que la presión pública se ha vuelto sostenida y difícil de ignorar.

Además, el Ayuntamiento enmarca la campaña como parte de su “labor continuada de conservación del patrimonio arbóreo”, pese a que muchos vecinos y usuarios habituales del espacio público perciben exactamente lo contrario: una intervención reactiva, fragmentada y a menudo tardía. Los trabajos anunciados —“poda de altura”, “poda de alineación”, “corrección de defectos”, “reducción de volúmenes”— no dejan de ser actuaciones habituales que deberían haberse desarrollado con regularidad y previsión, no como respuesta a una situación ya desbordada.

El comunicado insiste en el valor ambiental de los árboles, en su capacidad para combatir el cambio climático y mejorar el bienestar ciudadano. Paradójicamente, estos mismos argumentos se utilizan para justificar una campaña que llega tras largos periodos sin mantenimiento y con arbolado que, según vecinos y técnicos consultados en anteriores ocasiones, ha sufrido crecimiento descontrolado precisamente por falta de seguimiento municipal.

Lejos de asumir responsabilidades por la falta de planificación, el discurso institucional se limita a presentar como “criterios de poda” lo que debería haber sido una práctica rutinaria. Se habla de evitar “invasión de calzadas”, “taponamiento de luces”, “contacto con fachadas”, “problemas de seguridad”, cuando muchos de estos problemas son consecuencia directa del retraso acumulado.

Aunque el Ayuntamiento lo presenta como un plan estructurado, la coincidencia temporal entre el comunicado, el aumento de la presión vecinal y la proximidad del ciclo electoral resulta difícil de obviar. El tono justificativo del texto —que llega tras años de críticas constantes— sugiere más una maniobra de reposicionamiento político que un cambio real en la gestión del arbolado.

Frases como “queremos seguir cuidando el patrimonio verde” contrastan con la percepción ciudadana de abandono en numerosas zonas del municipio. En este sentido, la nota parece orientada a ofrecer un relato positivo de la gestión antes de que la evaluación pública se traslade a las urnas dentro de poco más de un año.

Que Getxo necesite una campaña intensiva de poda es indiscutible. Que el Ayuntamiento la presente ahora como si se tratara de una iniciativa novedosa o como parte de un plan consolidado resulta difícil de sostener ante la evidencia del retraso acumulado y las quejas reiteradas de los residentes.

La nota de prensa, más que aportar claridad, expone la falta de continuidad en la gestión del arbolado urbano y evidencia que la política de mantenimiento ha sido, durante demasiado tiempo, reactiva y condicionada por la presión ciudadana.