La retirada de las piezas de artillería se produce días después de que el Partido Popular presentara una Proposición No de Norma en las Juntas Generales de Vizcaya solicitando su restauración.

Cañones

El Ayuntamiento de Getxo ha retirado los tres cañones que forman parte del conjunto monumental del Fuerte de La Galea para su restauración tras el acuerdo alcanzado con el departamento de Cultura de la Diputación Foral de Vizcaya. Se trata de una de las actuaciones programadas y previstas para este año, que tienen como objetivo la restauración y el mantenimiento del Fuerte siguiendo las pautas marcadas por el estudio arqueológico realizado por la sociedad Aranzadi.

La retirada de los cañones se ha producido pocos días después de la presentación de una Proposición No de Norma por parte del PP en las Juntas Generales de Vizcaya donde se pedía que «la Diputación Foral ofrezca al Ayuntamiento de Getxo su asesoramiento y ayuda para recoger temporalmente los cañones del Fuerte de La Galea en un local adecuado, preferentemente visitable por el público, de cara a impedir su expolio y evitar su deterioro, y darles un tratamiento de conservación que permita su futura exposición en el Fuerte una vez este haya sido restaurado y acondicionado.

Las tres piezas de artillería han sido trasladadas al Museo Arqueológico de Vizcaya, sito en Bilbao, donde serán expuestos una vez hayan sido restaurados. Los términos definitivos de la cesión temporal serán recogidos en un futuro convenio a firmar entre la Diputación y el Ayuntamiento. Los primeros trabajos consistirán en hacer una valoración del estado de conservación actual de los cañones y de estimación de la restauración.

El peso de cada cañón ronda  las 2 toneladas. De la procedencia de los mismos poco se sabe a día de hoy, teniendo como única referencia lo recogido en el estudio histórico-arqueológico del Fuerte realizado por Aranzadi. El hecho de que los tres cañones estuvieran descontextualizados, por estar fuera de sitio,  ha llevado a los expertos a plantearse la incógnita de si realmente pertenecieron al presente Fuerte o bien fueron trasladados al mismo en el momento en que éste fue habilitado como establecimiento de hostelería a mediados de la centuria pasada.

Las piezas proporcionan al conjunto monumental un valor añadido. Su disposición actual, flanqueando el vano principal de acceso, y fuera de las cañoneras, obedecía a un fin meramente decorativo. Por ello, no siendo su emplazamiento original, los técnicos han considerado que debe procederse a su reubicación en un lugar más adecuado, recuperando su estructura original –la cureña y el carro-, tras proceder a su correcta limpieza y consolidación.

El plan de actuación  en el Fuerte este año contempla, en primer lugar, continuar con la investigación de doctorado, por parte del departamento de Mineralogía y Petrología de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la EHU/UPV. El estudio determinará las causas del deterioro de la piedra y morteros de de los distintos elementos del Fuerte.

Desbroce y limpieza

Por otra parte, se ha realizado el desbroce de toda la vegetación y limpieza de residuos tanto del exterior (foso) como de los caminos, espacios diáfanos e interior de edificios. Del mismo modo, se ha retirado la vegetación que podía afectar a los muros y están en fase de contratación los trabajos de rehabilitación de la torre del faro.

La finalidad es que los distintos elementos que componen el conjunto no sufran mayor desgaste por el paso del tiempo, ni nuevos desperfectos.

En el Fuerte de La Galea existen un total de 14 troneras o cañoneras que se encuentran en un estado de conservación bastante óptimo, si bien adolecen de los mismos males del muro en el que se encuentran habilitadas: suciedad, vegetación, pérdida de bloques de piedra,…Por ello, las medidas preventivas establecidas para la conservación del muro pueden también aplicarse a las troneras, de una forma casi idéntica.

Ambos elementos, muros y troneras, parecen responder a un mismo momento constructivo, relacionado directamente con la última reconstrucción del Fuerte tras los procesos destructivos ocurridos en el transcurso de las Guerras Napoleónicas (1812) y, nuevamente, durantela Primera GuerraCarlista  (hacia 1836). Las posibles alteraciones llevadas a cabo con posterioridad, en especial a mediados de la década de los 50 del siglo pasado, no parece que incidieran de modo importante sobre su estado de conservación, según han determinado expertos dela sociedad Aranzadi.

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