El último número de Getxoberri (del 5 al 15 de diciembre), la revista municipal del Ayuntamiento de Getxo, llega con titulares ambiciosos y un marcado tono triunfalista que intenta proyectar una imagen idílica de la gestión local. Sin embargo, una lectura más detallada deja entrever un enfoque superficial y, en algunos casos, desconectado de las preocupaciones reales de la ciudadanía.
Innovación: Tecnología para despistar
Entre los proyectos estrella, se encuentra una nueva aplicación móvil para la Policía Local, presentada como un avance revolucionario en la gestión de emergencias. Sin embargo, la realidad es que esta herramienta no aborda las carencias estructurales que sufren los servicios de seguridad en el municipio. Las críticas apuntan a que, aunque la tecnología puede ser útil, no sustituye la necesidad de reforzar la presencia policial en los barrios más problemáticos o de resolver los déficits en la atención presencial.
Resulta preocupante que la revista dedique tanto espacio a un anuncio tecnológico mientras otras cuestiones como la mejora en la iluminación o la limpieza urbana —demandas recurrentes en las consultas ciudadanas— apenas reciben atención.
La accesibilidad urbana aparece como otro de los grandes reclamos en el boletín, con promesas de rampas renovadas, ascensores y estudios para futuros proyectos. Sin embargo, estas medidas suenan demasiado familiares, repitiendo un patrón de anuncios que no siempre se traducen en mejoras visibles. La falta de plazos claros y el abuso de la palabra «estudio» generan escepticismo en la ciudadanía, que ve cómo proyectos similares se eternizan sin resultados concretos.
La revista menciona con orgullo las 68 nuevas VPO de Sarrikobaso, pero omite analizar el verdadero alcance de esta medida en un municipio donde el acceso a la vivienda sigue siendo un lujo para muchos jóvenes y familias trabajadoras.
La revista como herramienta de propaganda
Más allá de los proyectos específicos y el repaso de eventos del Muxikebarri, el tono general de Getxoberri plantea serias dudas sobre su función como medio de comunicación institucional. La publicación parece diseñada para ensalzar la gestión del gobierno municipal, minimizando o directamente ignorando las problemáticas y las voces críticas. Es especialmente llamativa la ausencia de un espacio para el debate o para recoger las propuestas de la oposición y de los movimientos vecinales -el raquítico espacio con el que cuenta la oposición cada quince días en una revista semanal es insultante-.
Por ejemplo, temas de gran interés social, como la gestión del urbanismo o el creciente descontento por la pérdida de patrimonio arquitectónico, reciben un tratamiento marginal o inexistente. El reciente derribo del palacete Irurak Bat, un símbolo de la falta de planificación y protección histórica, ni siquiera es mencionado, a pesar de las protestas y las críticas vertidas por múltiples colectivos.
Conclusión: Una visión parcial de Getxo
Getxoberri parece más interesado en construir una narrativa de éxito que en reflejar la complejidad y los desafíos de Getxo. Mientras los problemas reales del municipio siguen presentes —desde la desigualdad en el acceso a servicios hasta la falta de participación ciudadana efectiva—, la revista se convierte en un escaparate para perpetuar una visión edulcorada de la realidad.
Es necesario replantear el enfoque de esta publicación para que deje de ser una herramienta de autopromoción y se convierta en un verdadero medio de comunicación al servicio de toda la ciudadanía.