Cuando se cumple el ecuador del segundo mandato de Amaia Aguirre (PNV) al frente del Ayuntamiento de Getxo, el balance de gestión del gobierno de coalición con el PSE está marcado por un deterioro evidente de la calidad de vida en el municipio. A lo largo de los últimos seis años, se ha agravado la percepción de abandono de los servicios públicos, al mismo tiempo que ha crecido la preocupación por la inseguridad.
Uno de los ámbitos más señalados es el de los servicios municipales, cuya calidad ha disminuido de forma progresiva. Las deficiencias en limpieza, mantenimiento urbano y funcionamiento administrativo son cada vez más visibles. Especialmente preocupante resulta la atención al ciudadano, que no ha experimentado mejoras significativas desde el inicio del primer mandato.
Las promesas de digitalización y modernización no se han traducido en una experiencia sustancialmente más eficaz para el usuario, generando frustración y desconfianza entre la población.
La ausencia de supervisión efectiva y falta de control del cumplimiento de las condiciones acordadas con las empresas prestatarias de servicios municipales afectan directamente a la eficiente y correcta prestación de los servicios públicos tanto en el ámbito de la accesibilidad (rampas, ascensores, etc) como en lo referido a la limpieza, basuras y jardinería.
En paralelo, se ha intensificado la sensación de inseguridad en varios puntos del municipio. La preocupación por el aumento de conductas incívicas y delitos, en gran parte vinculados a la llamada «delincuencia importada», ha pasado a formar parte del debate ciudadano. A pesar de ello, la gestión municipal no ha logrado ofrecer respuestas claras ni medidas eficaces para contener este fenómeno.
La gestión del equipo de gobierno es percibida por amplios sectores como desconectada de las necesidades reales del municipio. Los esfuerzos institucionales se han centrado en proyectos que, en muchos casos, son considerados poco prioritarios frente a problemas estructurales no atendidos.
Con dos años por delante en el actual mandato, el Gobierno municipal encara una creciente desafección ciudadana, motivada por una percepción de estancamiento, falta de liderazgo y alejamiento de las demandas vecinales.




