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La Comisión de Fiestas de Algorta elude los hechos y fabrica un relato para encubrir una presunta agresión sexual

La Comisión de Fiestas de Algorta ha emitido un comunicado cargado de ataques a los medios de comunicación, plagado de palabrería, pero completamente vacío de explicaciones sobre el suceso que marcó el inicio de las fiestas: la obstrucción a la detención de un presunto agresor sexual dentro del recinto festivo.

El primer día de las fiestas de Algorta, la Policía Local identificó a un menor como autor de una agresión sexual por tocamientos a varias jóvenes. Durante el intento de detención, personas del entorno de las txosnas —vinculadas a organizaciones cercanas a EH Bildu— interfirieron en la actuación policial, permitiendo la huida del agresor. Pese a la gravedad del hecho, ni el Ayuntamiento ni la Comisión de Fiestas han asumido responsabilidad ni han dado explicaciones concretas del suceso.

En su comunicado, la Comisión pierde la oportunidad de aportar información detallada del suceso al optar por cargar contra los medios, acusándolos de difundir “bulos” y “mentiras”, mientras evita mencionar un solo detalle de lo ocurrido. Califican lo sucedido como un “hecho sin gravedad” y centran su discurso en atacar a quienes han informado sobre los hechos, construyendo un relato victimista que no se sostiene ante la realidad de lo acontecido.

No hay en el texto ninguna referencia a las víctimas de la agresión, a la fuga del sospechoso ni al boicot a la labor policial. En su lugar, se intenta blindar políticamente el recinto de txosnas y a sus responsables, presentándose como única autoridad legítima sobre el espacio festivo y despreciando cualquier crítica como una “campaña de intoxicación”.

Una vez más, la Comisión de Fiestas de Algorta responde a la crítica con propaganda, escudándose en el simbolismo de las fiestas populares para desviar la atención. La falta de transparencia, el desprecio a la gravedad de los hechos y la fabricación de un relato ideológico para encubrir responsabilidades configuran una actitud incompatible con la gestión de un espacio público.

La gravedad del suceso exige explicaciones, no retórica vacía. Lo ocurrido en Algorta no puede ser barrido bajo la alfombra ni diluido en discursos grandilocuentes. La ciudadanía merece respeto, claridad y responsabilidad institucional.