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La incoherencia de EH Bildu y de la izquierda en general con la bandera palestina

En los últimos meses, hemos visto en Getxo —como en muchos otros municipios vascos— la proliferación de banderas palestinas colgadas en balcones, en recintos festivos y en manifestaciones, impulsadas principalmente por simpatizantes de EH Bildu y sectores de la izquierda.

También hemos visto a la famosa bandera presidir el emblemático Puente Colgante -el histórico transbordador que incomprensiblemente sigue gestionado por una familia en lugar de formar parte de la red de transportes públicos del Consorcio de transportes de Vizcaya-.

Quienes la ondean presentan la bandera palestina como un símbolo de solidaridad y justicia. Pero ¿qué representa realmente esa bandera hoy en Gaza?

La Franja de Gaza está gobernada por Hamás, un grupo considerado terrorista por gran parte del mundo democrático.

No hablamos de un gobierno cualquiera, sino de una organización que basa su legitimidad en la teología islamista. Se trata de una visión que convierte la religión en ideología política, que niega derechos fundamentales y que reprime brutalmente a quien no se somete a sus normas.

Quienes en Getxo izan esa bandera deberían ser conscientes de lo que simboliza en la práctica:

– En Gaza, los homosexuales son perseguidos, encarcelados e incluso asesinados.

– En Gaza, la mujer carece de igualdad real, sometida a un marco social y legal que la relega a un papel secundario.

– En Gaza, la disidencia política es aplastada sin contemplaciones.

¿Dónde quedan entonces los supuestos valores progresistas, feministas, igualitarios y de libertad sexual que la izquierda vasca dice defender?

¿Cómo puede un partido como EH Bildu, heredero de la antigua Herri Batasuna, ondear con orgullo una bandera que hoy es el estandarte de un régimen islamista que niega esos mismos derechos?

La incoherencia es tan evidente como preocupante. En Getxo, ondear la bandera palestina no se está convirtiendo en un gesto de solidaridad con un pueblo oprimido, sino en una adhesión simbólica a una ideología que choca frontalmente con los principios básicos de Occidente: libertad, igualdad y dignidad humana.

No se puede ser feminista y al mismo tiempo blanquear un sistema que oprime a las mujeres.

No se puede defender los derechos LGTBI y al mismo tiempo ondear la bandera de quienes encarcelan o ejecutan a homosexuales.

No se puede hablar de democracia y, a la vez, enarbolar el símbolo de un grupo que utiliza el terrorismo como herramienta política.

Getxo «merece» una izquierda con coherencia -aunque nos resulte prácticamente un oxímoron-, no una que se esconda detrás de banderas exóticas para justificar lo injustificable. Porque al final, más que solidaridad, lo que transmiten esas banderas es una profunda traición a los valores que decimos defender en Europa.

Por cierto, los gestores del Puente Colgante son ese tipo de personas que lo mismo cuelgan orgullosos en lo más alto de su estructura la bandera palestina como la bandera LGTBIQ+ o la del Día de la Mujer.

Lo que la moda progre ordene.