Desde el muelle de Las Arenas, numerosos vecinos se detuvieron en la noche del martes a contemplar un curioso fenómeno: una serie de destellos anaranjados que se reflejaban sobre el cielo, justo cuando caía la noche. Las luces parecían surgir detrás del Serantes, iluminando las nubes bajas con un tono cálido y casi irreal.
Las especulaciones no tardaron en aparecer. Algunos pensaron en un espectáculo de luces, otros en un evento deportivo o incluso en un extraño fenómeno atmosférico. Pero no se trataba de auroras boreales, ni de los focos de una discoteca, ni de un concierto multitudinario.
La explicación, sin embargo, resultó mucho más cercana y cotidiana: las chimeneas de Petronor. La combinación entre la bruma y las emisiones de las antorchas generó un curioso reflejo anaranjado que se expandió sobre el cielo, creando una estampa tan bella como desconcertante.




