El contraste no puede ser más evidente. El Gobierno vasco ha decidido poner punto final a una etapa marcada por controversias al relevar a Edurne Egaña, directora de la sociedad pública que gestiona los Puertos deportivos de Euskadi y dirigente del PNV guipuzcoano, tras trece años en el cargo.
El movimiento llega después de una gestión cuestionada por una imputación judicial en el caso de los amarres y por observaciones negativas del Tribunal de Cuentas, asuntos que lastraban la credibilidad de la sociedad pública.
Sin embargo, mientras el Gobierno autonómico ha optado por la responsabilidad política y el relevo, el Ayuntamiento de Getxo ha hecho exactamente lo contrario: blindar a su propio director del Puerto Deportivo de Getxo, Álvaro Cerezo, una sociedad pública que preside la propia alcaldesa, Amaia Aguirre
Pese a que Egaña acudía habitualmente a las reuniones del Puerto Deportivo de Getxo en representación de los Puertos de Euskadi, el consistorio ha decidido no mover ficha, ignorando el ejemplo del Ejecutivo vasco y negándose incluso a admitir a trámite una moción del Partido Popular que solicitaba debatir y votar en el pleno municipal el cese del director.
Según el PP, la última licitación del Puerto Deportivo fue un cúmulo de errores, irregularidades y falta de control, destacando que el propio director redactó los pliegos y participó en la valoración de las ofertas, algo que califican como “una burla a la transparencia y a las normas básicas de imparcialidad”. Además, recuerdan que la empresa adjudicataria renunció apenas nueve meses después, dejando un puerto en caos administrativo y financiero.
La alcaldesa, en cambio, ha cerrado filas en torno a Cerezo, impidiendo que la propuesta siquiera se debatiera en el pleno municipal de este mes de octubre. Una maniobra que, según fuentes de la oposición, demuestra el férreo control político que ejerce la Alcaldesa sobre la sociedad del puerto y la falta total de voluntad de transparencia.
La alcaldesa podrá seguir blindando al director de la sociedad que ella preside, pero el desgaste político y la pérdida de credibilidad institucional continúan aumentando.




