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Anarquía en las fiestas de Algorta 2025: la policía local mira hacia otro lado mientras jóvenes incumplen otro año más la ordenanza de ruido con su «carro de música»

Son las 08:10 de la mañana y mientras la mayoría de vecinos de Algorta intenta descansar tras la última noche de fiestas, otro año más vuelve a repetirse la escena. Al igual que ocurrió el año pasado un grupo de jóvenes siguen congregados en torno al ya habitual “carro de música”, con altavoz incluido, con el volumen a todo trapo y sin ningún tipo de control junto al recinto de txosnas.

La escena es clara y vergonzosa: música a todo volumen y una policía local completamente inmóvil a escasos metros.

Si bien las txosnas permanecen cerradas el problema se origina después, cuando el conocido dispositivo de sonido portátil continúa funcionando durante horas. El estruendo es audible sobre todo desde la zona de Villamonte y la calle Euskalherria.

Varios agentes permanecen en la zona de Telletxe dirigiendo el tráfico, permitiendo así que los servicios de limpieza realicen su trabajo. Preguntados por este medio sobre por qué no actuaban ante la evidente infracción de la ordenanza de ruidos, su única respuesta ha sido:

“Tenemos que estar aquí”.

Mientras tanto, a través de sus radios se escuchaban comunicaciones sobre un robo en un supermercado Eroski. Pero ni ante el incumplimiento de la ordenanza del ruido ni ante la alteración del descanso de los vecinos se han movido.

Otros dos agentes municipales permanecían estáticos en el cruce del restaurante Bikain. Jóvenes con música a todo volumen y vecinos impotentes. No hay identificación de infractores, ni confiscación de equipos, ni ninguna acción visible que garantice el cumplimiento de la normativa. Solo presencia. Y silencio institucional.

Esta falta de intervención no puede achacarse únicamente a los agentes, que probablemente están obedeciendo órdenes superiores. La responsabilidad recae directamente sobre quienes tienen la obligación de establecer criterios de actuación y garantizar que se cumplan las ordenanzas muninicipales: la concejala de Seguridad Ciudadana, Keltse Eiguren; el Comisario de la Policía Local, Tomás Santín; y, en última instancia, la alcaldesa de Getxo, Amaia Aguirre.

La permisividad política se ha traducido en impunidad callejera. Lo que debían ser las fiestas de Algorta se han convertido en una muestra de descontrol absoluto. El Ayuntamiento de Getxo parece haber decidido que, durante las fiestas, el descanso de los vecinos y la aplicación de la Ordenanza no son prioridades.

Mientras tanto, la ley sigue ausente. Y el ruido, una vez más, habla más alto que cualquier autoridad.