El Puerto Deportivo de Getxo atraviesa una crisis sin precedentes. A última hora del jueves, la empresa concesionaria Abra Getxo Port (AGP) comunicó oficialmente su renuncia a la gestión de la instalación, una decisión que fuentes políticas vinculan a los graves problemas de contaminación del suelo en la zona. La noticia, adelantada esta mañana por el portavoz del PP local, Eduardo Andrade, en Vinilo FM, ha provocado un terremoto político.
La polémica no radica solo en la renuncia de la concesionaria, que era un secreto a voces, sino en la reacción de la propia sociedad pública. En su comunicado, el Puerto Deportivo de Getxo —presidido por la alcaldesa Amaia Aguirre (PNV)— asegura que la decisión de AGP les ha causado “sorpresa y malestar”. Una afirmación que ha levantado críticas inmediatas, porque todo el mundo sabe que el Ayuntamiento y la sociedad pública conocían desde hace tiempo la intención de la empresa de abandonar. El gesto de “hacerse los sorprendidos” se interpreta como un intento de blanquear la gestión y evitar asumir responsabilidades políticas.
Además, el comunicado cruza una línea roja en términos de neutralidad institucional al arremeter directamente contra el PP, acusándolo de haber hecho pública la noticia “antes de que el procedimiento esté cerrado” y de generar “confusión y ruido”. En lugar de limitarse a informar de un hecho de máxima gravedad, la sociedad pública se ha colocado en terreno partidista, lo que ha sido calificado como “vergonzoso” por distintas voces críticas.
La alcaldesa, en calidad de presidenta del Puerto Deportivo, se ha limitado a lanzar un mensaje de calma afirmando que “ya se está trabajando en las soluciones necesarias para que el Puerto Deportivo siga funcionando con normalidad”. Una frase que choca con la realidad: el puerto lleva años sin funcionar con normalidad, y la renuncia de la concesionaria es solo el último capítulo de una gestión marcada por la falta de transparencia y de rumbo estratégico.
El contraste entre lo ocurrido ayer y hoy es evidente: mientras el Ayuntamiento enviaba a los medios una nota sobre sus alegaciones al polémico hotel del puerto, ocultaba la verdadera bomba informativa que ya tenía sobre la mesa: la marcha de la concesionaria. Hoy, en lugar de reconocerlo, el Puerto Deportivo trata de presentar como imprevista una decisión que se conocía desde hace tiempo.
Con esta actitud, el Puerto Deportivo no solo se enfrenta a un futuro incierto en su gestión, sino también a una grave pérdida de credibilidad institucional, precisamente cuando más falta haría claridad y transparencia.
