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El asesino de las mil caras

foto columnista
María Ruiz Arroyo.

Durante los próximos cuatro años 1.326 personas morirán por él en España. Hasta 2040 miles de personas seguirán perdiendo la vida por asbestosis, cáncer de pulmón o mesotelioma. Y su único causante es el amianto. El amianto, también conocido como asbesto, ha sido uno de los protagonistas de la revolución industrial. Ignífugo, flexible, aislante, y sobre todo, barato, prometía ser la materia prima perfecta. Sin embargo, este producto tiene un fallo: consume la vida de aquellos que lo manipulan. Lentamente, después de veinte, treinta o incluso cuarenta años, quienes trabajaron con él ven sus vidas mermadas por este “asesino de las mil caras”, como lo califica Juanmi Gutiérrez, director del documental “La plaza de la música” y cuya madre murió por el contacto con amianto. Asbestosis, mesotelioma o cáncer de pulmón son las enfermedades que causa el amianto; ataca directamente a la pleura, la capa exterior de los pulmones, y acaba dejando sin respiración a quienes las sufren.

El amianto, la materia prima perfecta durante el siglo XX, se ha posicionado como uno de los compuestos químicos más devastadores del siglo XXI

En España se prohibió en 2002, tan sólo tres años antes de la fecha que estableció la UE para su prohibición definitiva. Fecha que no está exenta de polémica. Ya en 1976 fue incluido en el listado de cancerígenos laborales, pero hubo que esperar 26 años hasta que el compuesto se prohibiera en España. Es más, pese a ser considerado como cancerígeno, España importó 60.000 toneladas de este material en el año 1980. Y esto sólo durante un año. En total, se estima que España ha importado 2,6 millones de toneladas de amianto. 2,6 millones de toneladas destinadas, entre otros usos, al fibrocemento, más conocido por la marca que lo trabajaba, Uralita. Placas en apariencia inofensivas y presentes en todas las ciudades. No obstante, miles de trabajadores han muerto por su fabricación.

Asbestosis, mesotelioma y cáncer de pulmón son las enfermedades profesionales más comunes por el contacto con el amianto. Tal y como explicó el Doctor Pedro Pablo Uriarte en una ponencia para Osalan, la asbestosis, cuyo único causante es el amianto, produce la fibrosis pulmonar, es decir, un acartonamiento en los pulmones, que en la mitad de los casos conduce a una insuficiencia respiratoria. Además, se considera un factor de riesgo del cáncer de pulmón. El mesotelioma también se encuentra entre las enfermedades pulmonares con gran vinculación a la exposición con amianto. Con una tasa de supervivencia muy corta, de unos 6 a 12 meses una vez diagnosticado, se trata de un tumor maligno en la pleura pulmonar.

El cáncer de pulmón, en cambio, puede estar también originado por tabaquismo, aunque el 10% de ellos están relacionados con el contacto con amianto. Este argumento suele ser utilizado por las empresas y las mutuas para rebajar las indemnizaciones. “Si has sido fumador te reconocen la enfermedad profesional, pero con los daños y perjuicios está más complicado”, reconoce Jesús Uzkudun, toda una referencia en la lucha judicial, sindical y administrativa a favor de los enfermos por amianto.

Además de la asbestosis, el mesotelioma y el cáncer, las placas en la pleura y el derrame de pleura benigno son también indicadores de la exposición al amianto. Las placas no suelen tener consecuencias patológicas severas, aunque, según su tamaño, pueden causar dolor e insuficiencia respiratoria. El derrame, por su parte, no suele generar síntomas, aunque no modifica el riesgo de padecer mesotelioma.

Por las devastadoras consecuencias que trae consigo el haber manipulado amianto, numerosas asociaciones se han creado por toda España para reunir a los afectados y poner en marcha las batallas judiciales.

La guerra de los 100 años

“La vida de mi madre no me la van a devolver, pero por lo menos que paguen”, sentencia con firmeza Elena Herrero, cuya madre murió el año pasado tras haber estado en contacto con el amianto solamente por ocho años. A la dureza de tener que enfrentarse a una muerte prematura que no se pudo prever, se le une la indignación por la falta de reconocimiento de las empresas y la necesidad de batallar en los tribunales. Además, no existe una exposición mínima de seguridad al amianto. Todo el que haya trabajado con él puede enfermar.

Batallas largas, interminables, hasta el punto de que a menudo los afectados no resisten hasta el final y son sus familiares los que culminan el proceso. Siete años ha estado Patxi Kortazar en juicios reclamando una compensación por la exposición al amianto que le ha causado un desprendimiento de pleura. Sin embargo, nunca ha recibido una indemnización. La solución que le ha ofrecido la empresa Flesic de Iurreta dista mucho de ser ortodoxa: durante 6 años le pagaron el sueldo al completo y la cotización a la Seguridad Social sin que Patxi pisara la fábrica hasta que se ha podido prejubilar. “Son una mafia”, afirma con rotundidad.

El encargado de estas batallas en ASVIAMIE, la Asociación de Víctimas por Amianto de Euskadi, es Jesús Uzkudun. Él no sufre ninguna enfermedad, pero tiene constancia de que ha trabajado con amianto. Junto a Uzkudun, 7.100 personas más están en la lista elaborada por el Gobierno Vasco que certifica su contacto con el amianto. “Es importantísimo estar inscrito en esta lista, ya que el primer paso a la hora de reclamar indemnizaciones es certificar el contacto”, explica Jesús.

No obstante, ello no indica que el camino vaya a ser fácil. Patxi no tuvo problemas a la hora de que le reconocieran la enfermedad profesional. Pero la mutua recurrió, algo habitual en todas las víctimas. Después de dos aplazamientos, su sorpresa fue mayúscula al encontrar como perito de la mutua al jefe de neumología de Cruces. Mientras que a un afectado el peritaje médico le costaría en torno a los 2.000 euros, un funcionario público estaba de parte de Mutualia acreditando que allí no se había trabajado con amianto. Finalmente, el Instituto Vasco de Seguridad y Salud laboral, Osalan acudió al puesto de trabajo y certificó que sí se había trabajado con amianto. “Me he tirado siete años pleiteando”, recalca con una mezcla de indignación y agotamiento por tantos años luchando. “Me empecé a mosquear y lo denuncié en los medios de comunicación”. Para él, esto es una mafia que intenta ocultar lo evidente.

Las batallas no siempre son tan largas como la de Patxi. Arantxa, cuyo marido falleció el año pasado por un cáncer causado por 46 años trabajando con amianto, decidió no llegar al juicio y establecer un acuerdo con la empresa. “Yo quería que mi marido tuviese la satisfacción de cobrar lo que fuese, pero en vida”. En otros casos la compensación llega una vez fallecida la víctima. En el caso de Elena, su madre recibió la incapacidad total cuatro meses después de haber fallecido.

La lucha no se limita al juzgado. Ahora están trabajando para que el Gobierno Vasco cree un fondo de compensación. Al ser una enfermedad con un periodo de latencia elevadísimo, como el propio Patxi cuenta, “nos estamos encontrando con gente de 70, 75 u 80 años con unas pensiones irrisorias que no tienen empresas a las que reclamar, porque las empresas han desaparecido sabiendo el daño que estaban generando”, sentencia.

“El Estado tiene el 50% o más de la culpa”, aclara sin titubear Patxi. En el año 1978 se incluye la asbestosis, el cáncer de pulmón y el mesotelioma en el cuadro de enfermedades profesionales, y hasta 24 años después no se prohibió su manipulación. “Si tú estas reconociendo una cosa en 1978, son 24 años durante los que el Gobierno ha mirado para otro lado, tanto el Partido Popular, como el Partido Socialista”.

La plaza de la música

La lucha de estos trabajadores ha comenzado a darse a conocer. Uno de tantos trabajos que ha contribuido a ello es el documental “La plaza de la música”, de Juanmi Gutiérrez. La madre de Juanmi nunca trabajó con amianto, pero vivían en el entorno de la fábrica Paisa, en Errenteria, la cual, a través de un gran ventilador, expulsaba al aire fibras de amianto. “Él siempre cuenta que la idea surgió de algo muy local, en la Plaza de la música de Errenteria, y ha llegado a todo el mundo”, relata Peio, el hijo de Juanmi.

“Han estado implicados médicos, mutuas y empresarios. Han hecho lo indecible porque esto no salga a la luz, pero lo que no se puede ocultar, no se puede ocultar”, señala convencido Patxi Kortazar, quien sufre un desprendimiento de pleura y ha vivido lo difícil que es golpearse una y otra vez contra una pared hasta que por fin, cuando la empresa o la mutua no ven más salida, acaban reconociéndolo. “A mí si alguien me ha apoyado ha sido mi pareja”, se esfuerza en recalcar.

El amianto, prohibido en España, se sigue trabajando en numerosos países. Un ejemplo anecdótico es Canadá, que tiene prohibido trabajarlo e importarlo, pero es, junto a Zimbawe, el exportador principal de este material. Los países en vías de desarrollo son sus principales consumidores. Por ejemplo, la empresa brasileña Sama reconoce en su página web que exportan amianto a 20 países, entre ellos, India, China, Japón o Argentina.

Todos los meses 6 nuevos casos sólo en Bizkaia llegan a ASVIAMIE, asociación que ha servido como punto de encuentro entre las víctimas de Euskadi. Debido al alto periodo de latencia de estas enfermedades saben que esto no ha hecho más que empezar.

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