Roque
Roque Adrada

Étienne Bonnot de Condillac filósofo y economista francés del siglo XVIII ya apuntaba a que es en los tiempos de la corrupción cuando más leyes se aprueban. En una especie de relación directa entre las variables proactividad legislativa y malas praxis públicas. No es de extrañar, por ello, que vivamos en un continuo cambio de leyes respecto a la educación, al ámbito fiscal, y al derecho laboral.

Llevando el debate a la actualidad, la pregunta que cualquier ciudadano nos hacemos es ¿Por qué hay tanta corrupción política? Sin ánimo de esgrimir un estudio en profundidad, abordaré algunas causas que pueden ayudarnos a entender la obsesión generalizada de la clase política de los partidos tradicionales por realizar prácticas irregulares.

Falta de transparencia: La falta de transparencia en la gestión pública es, sin dudarlo, el principal elemento de corrupción de un sistema político ya sea nacional o local. Si lo llevamos, por ejemplo, al ámbito de Euskadi ¿Algún lector me podría decir cómo se calcula el cupo? ¿Cuánto y quienes son los asesores del gobierno vasco y a cuánto ascienden sus retribuciones y dietas? ¿Algún lector tiene conocimiento de a cuánto ascienden las retribuciones de los miembros de los consejos de administración de las sociedades que aún regidas por derecho privado, se financian con dinero público? ¿Por qué en pleno siglo XXI en la era de las nuevas tecnologías no hay en Euskadi una plataforma on-line de transparencia pública, donde cualquier ciudadano podamos ver esta información?

Política como carrera profesional: El segundo factor, es que la mayor parte de la clase política de los partidos tradicionales han hecho de la política y del partido político su carrera profesional. A nivel de Euskadi, por ejemplo, Unai Remetería (PNV) en política desde 1999; Javier Ruiz (PP) en política durante más de 15 años; Patxi Lopez (PSOE) en política durante más de 20 años y sin carrera universitaria…y así podríamos continuar con tantos nombres de políticos que podríamos hacer una enciclopedia. Justamente, la clave de que una democracia funcione está en que los gestores y representantes públicos sean profesionales con experiencia en la empresa privadas, sector universitario, NGOs que estén por su vocación social, durante un periodo limitado de tiempo en una función pública, la clave está en estos perfiles, porque su responsabilidad no está ante el partido político (que en los anteriores casos es quién les “da de comer”) sino ante los ciudadanos.

Sistema electoral y político: Nuestro sistema actual reside en dar a los partidos políticos todos los poderes del estado: el ejecutivo, el legislativo y el judicial, haciendo que técnicamente, no vivamos en una democracia, sino en una partitocracia. Los ciudadanos votamos al legislativo  (partidos políticos); el legislativo (partidos políticos) nombran al ejecutivo; y las Cortes Generales (partidos políticos) nombran el Consejo General del Poder Judicial. Cuando un sistema más abierto y democrático, se basaría en que los ciudadanos elegimos el poder legislativo; elegimos el poder ejecutivo y el Consejo General del Poder Judicial elegido directamente por jueces y magistrados sin intervención de otro poder del estado.

No están todos, pero si fuéramos capaces de mejorar en estas tres líneas, estoy convencido, de que estaríamos ante una Euskadi y un país menos corrupto, más eficiente y mejor para todos nosotros.