Miguel Malo
Miguel Malo. Periodista.

Martes 22 de marzo. Dos terroristas se inmolan en el aeropuerto y el metro de Bruselas causando 31 muertos y 270 heridos. Bélgica se encuentra en alerta máxima por ataque terrorista y el aeropuerto de la capital permanece cerrado hasta nueva orden. Europa y el resto del mundo observan conmocionados el horror provocado por otro ataque suicida. En tres días nadie hablará de ello y Pedro Sánchez seguirá copando los titulares de la prensa e informativos.

Mientras Bruselas se encontraba en alerta máxima y se producían redadas en Molenbeek, en una comisaría cercana se montaban una orgía

Cinco meses. Sí, cinco meses después de los atentados del 13-N las autoridades belgas capturaron por fin a Salah Abdeslam, uno de los ideólogos de los atentados de París y que… ¡Estaba en el barrio de Molenbeek! Cuando uno lee la noticia no da crédito. Lo primero que lleva a pensar es: ¿De verdad le preocupa a alguien nuestra seguridad? El terrorista más buscado de Europa ni siquiera se había ido a ninguna parte, seguía tranquilamente viviendo en su barrio en un mundo en el que con dar a un botón nos tienen a todos controlados. Esto por no mencionar que los terroristas que actuaron en París se estuvieron mandando “whatsapps” y mensajes sin encriptar desde varios días antes del atentado. Pero nada me sorprende viendo que mientras Bruselas se encontraba en alerta máxima y se producían redadas, en una comisaría cercana a Molenbeek, soldados y policías se montaban una orgía. Otra sorpresa: uno de los suicidas de Bruselas estaba siendo buscado por su implicación en París.

Pregunto. ¿De qué sirve situar la alerta en el nivel máximo durante los días o semanas siguientes a un atentado? Es precisamente esos días cuando a nadie se le ocurriría atentar. Si hay algún terrorista pensando en inmolarse, no lo hará hoy, ni lo hará en Bruselas; el objetivo ya estará fijado en otra parte. Pero obviamente los encargados de la seguridad del país tienen la obligación de hacerlo solo por actuar de forma políticamente correcta. Es el mismo motivo por el que se suspenden eventos musicales o partidos de fútbol como el que iban a disputar las selecciones de Bélgica y Portugal. Una medida de seguridad que proponen es instalar controles al entrar a los aeropuertos, cuando realmente añadir otro control no va a evitar un ataque terrorista, simplemente va a hacer que ocurra en otro lugar.

La gente los llama locos y luego adoran a un señor al que hoy en día no dejarían pasar ni de la frontera con Turquía

¿Sirve de algo el despliegue policial a la hora de evitar un atentado? Yo diría que para nada. Precisamente porque este tipo de atentados implican acabar con la propia vida, y por lo tanto, el terrorista se ahorra la parte más difícil del plan: la huida. Preparan un cinturón explosivo en su casa, se lo ponen y lo detonan allá donde más infieles se acumulen. Punto. Ni 200.000 policías pueden evitarlo. Mucha gente los llama locos y luego adoran a un señor al que hoy en día no dejarían pasar ni de la frontera con Turquía. No son locos, es el poder de una mala interpretación de la religión. Es gente convencida de sus propias ideas. Y no hay despliegue policial que pueda contra una idea. Ellos se denominan mártires, no terroristas; piensan que están haciendo el bien.

Si a la gente en el poder le importase nuestra seguridad mirarían los mensajes que se mandan, no venderían armas a países islámicos o acabarían con los conflictos en Oriente Próximo; en cambio, lo que hacen es firmar un Pacto Antiyihadista que no cambia absolutamente nada. Compartimos mensajes bonitos en las redes sociales, los medios hablan del horror dos días, la gente llora, iluminamos nuestros edificios con los colores de Bélgica… y nos sentamos a esperar el siguiente atentado sin hacer nada. ¿Le importa a alguien nuestra seguridad? Yo tengo claro que no.