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Miguel Malo. Periodista

Si yo reúno a 100 personas y les digo: “me vais a dar todos 10 euros y luego yo le voy a dar 500 a uno de vosotros”, ¿creéis que alguien participaría? Pues eso es lo que hace el Estado con todos nosotros, estableciendo como cebo un premio llamativo que invita a soñar y perder el sentido común.

Efectivamente hablo de loterías. En la de Navidad, por ejemplo, de todo lo recaudado se reparte el 70%. Y de lo que se reparte, a todos aquellos premios superiores a 2.500 euros se les descuenta un 20% para Hacienda. En el caso del Euromillones, ¡se reparte únicamente el 50% de lo recaudado! Resumiendo, que la mitad del dinero que eches por cada columna va destinada al sueldo de los eurodiputados y a las becas Erasmus de todos los jóvenes que están emborrachándose por Europa. La otra mitad no tiene mejor destinatario, servirá para convertir en desmesuradamente rica a una única persona.

Volviendo a la Navidad, aunque en esas fechas te toque el Gordo, el premio son 320.000 euros, que para nada te aseguran ser rico (solo hay que ver el precio de la vivienda en España a pesar de haber estado años decreciendo). Y eso que el Estado optó hace poco por aumentar el primer premio para hacerlo más suculento, reduciendo por el contrario los premios intermedios, porque está demostrado que cuanto mayor es el premio principal, más boletos se venden.

De todos modos, suele ser muy habitual que en aquellos casos en los que caen premios bajos, o toca el famoso reintegro (la gente se pone contenta con el reintegro, aunque haya perdido los otros cinco boletos que ha echado), los soñadores suelen invertir lo ganado o recuperado en el sorteo del Niño, aumentando aún  más las pérdidas. Y es que el truco suele estar ahí, en regalar premios residuales que hacen que nos sintamos afortunados y, aprovechándose de nuestra memoria selectiva, recordaremos aquella vez que nos tocaron mil euros, para después ir contándolo a los que nos rodean, alentándolos a participar y olvidándonos de todo lo que llevamos perdido y que seguiremos perdiendo.

La lotería es un impuesto voluntario regresivo aplicado sobre los sueños de la gente

Para entender la injusticia de la lotería y otros sorteos de este tipo, hace falta diferenciar entre impuestos progresivos y regresivos. Un impuesto progresivo es aquél que se aplica en mayor medida a las rentas más altas, mientras que un impuesto regresivo es menor en proporción cuanto mayor es la renta del individuo. Un impuesto también puede ser plano, como el IVA, cuyo porcentaje no varía según la renta.

Vivimos en una sociedad que trata de corregir las desigualdades aplicando impuestos progresivos, pero que luego gasta una media de 62 euros por habitante únicamente en la Lotería de Navidad para que todo ese dinero vaya a unos pocos. Aplicado al Euromillones, la situación es la misma; millones de personas sacrifican una pequeña parte de su poder adquisitivo para convertir a una sola persona en exageradamente rica.

Otra mención aparte merece el habitual anuncio de Lotería de Navidad de todos los años. Forma parte de una campaña en la que se invierte una millonada para apelar a las emociones de la gente. Aunque apelar es un eufemismo y debería decir “jugar con”, puesto que la moraleja del anuncio año tras año suele ser: “cree en los milagros y no en el esfuerzo diario; sigue soñando”.

Es triste pensar que hay más gente comprando el boleto por el miedo a ser el único al que no le toca, que por el hecho de pensar que le va a tocar realmente

Es triste pensar que hay más gente comprando el boleto por el miedo a ser el único en la oficina o el bar al que no le toca, que por el hecho de pensar que le va a tocar realmente. Estos son los pesimistas que ni siquiera sueñan, simplemente no quieren ser el tonto de turno.

La justificación ante este comportamiento tan poco inteligente desde el punto de vista matemático suele ser aludir a la tradición (como todo en España). Hay que decir que el sorteo de Navidad es la lotería vigente más antigua del mundo; existe desde 1812. Otro argumento recurrente es aquél que tirando de refranero dice “una vez al año no hace daño”, pero también es cierto que hay muchísima gente que no solo juega la Lotería de Navidad, sino que durante todo el año participa en la Primitiva, Euromillones, Bonoloto, Quiniela o la Lotería Nacional, entre otros.

¿Seguro que soñar es gratis? Os están cobrando por ello.