Miguel Malo
Miguel Malo. Periodista

Muchas veces nos suelen decir que los romances del pasado siempre fueron mejores, y que las parejas de antes valían más la pena y el amor era mejor y más duradero. Nos dicen que ahora no hay amor de verdad, que las relaciones no duran, que hay más infidelidades, etc. ¿Hasta qué punto han variado las relaciones de la actualidad y qué hay de bueno y de malo en ello?

La búsqueda de la persona adecuada, e incluso la idea de lo que es la persona adecuada, han cambiado radicalmente en unas pocas décadas. Hace tiempo, muchas parejas se formaban por conveniencia, o simplemente por la cercanía de vivir en la misma zona, ya que muchos no salían de su barrio a esas edades tan tempranas. Al mismo tiempo, era muy común casarse pronto con esa persona a quien la familia había dado el visto bueno, y en el caso de las mujeres, más jóvenes aún.

¿Esto qué implica? Que uno no tiene el tiempo necesario para saber si la decisión que está tomando es la correcta, ni tiene el abanico de posibilidades entre las que elegir una mejor opción. Parece ser que tomarse un tiempo para desarrollarse y conocer diferentes personas antes de casarse ayuda a tomar mejores decisiones. Por ejemplo, las parejas que se casan después de los 25 son menos propensas al divorcio que aquellas que lo hacen antes. Incluso, ahora no tenemos por qué casarnos siquiera, cuando antes el matrimonio parecía la única vía razonable para continuar tu vida. Ahora aceptamos cada vez más otros estilos de vida alternativos.

Nos comen la cabeza con la obligación de encontrar nuestra media naranja, cuando probablemente ni siquiera exista

Pero Internet lo ha cambiado todo. Internet nos ha acostumbrado a que siempre haya una mejor opción. En Internet nunca eliges lo mejor. Nunca. Cuando yo busco un hotel para alojarme en una ciudad, miro diferentes opciones y las analizo según la ubicación, las opiniones, las imágenes, etc. Lo mismo ocurre cuando buscas un sitio donde cenar, o una película para ver en casa, por ejemplo. A veces incluso pides opiniones de primera mano a personas que conoces. Al final, perfectamente puede pasar que, después de todo ese tiempo y esfuerzo invertidos, el hotel no sea lo esperado, el restaurante esté cerrado o la película no te guste. Esto ocurre porque realmente la mejor opción no existe. No hay una mejor opción, hay opciones buenas y malas. Y lo que es bueno para alguien puede que no lo sea para ti, y viceversa.

Esa mentalidad que promueve Internet (a través de comparadores, filtros, etc) lleva a pensar que siempre necesitas lo mejor, y puede acabar siendo frustrante. Estoy seguro de que mucha gente no puede sentirse feliz sabiendo que hay una opción mejor, y esa forma de ver las cosas ayuda a que algunas relaciones interpersonales de hoy en día sean como son.

Por lo tanto, Internet fomenta la idea de que hay una opción mejor, y que, si somos inconformistas, podemos encontrarla, mientras que hay un montón de opciones inferiores que, en caso de aceptarlas, estaríamos siendo ingenuos. Aplicando esto a las relaciones; nos comen la cabeza con la obligación de encontrar nuestra media naranja, cuando probablemente ni siquiera exista.

¿No vemos lo que está pasando? Hay tantos peces en el mar que la gente no se centra en uno. Van a Internet, pasan peces haciendo “swipe” con el dedo, ven más peces, ponen filtros a los peces para encontrar el pez perfecto. Y así hasta el infinito.

Cuando encontramos una persona que tiene valor para nosotros, seríamos mucho más felices si invirtiésemos en ella el tiempo y el esfuerzo que cuesta encontrarla

De esta forma llegamos a la siguiente pregunta. ¿Es mejor seleccionar entre más opciones para encontrar la mejor opción? Mi respuesta a esto puede que os sirva al hablar de relaciones, pero también para elegir hotel o restaurante. Obviamente es no. Tenemos que cambiar la mentalidad de la sociedad y enseñar que lo importante no es buscar lo mejor, sino buscar lo que es bueno para nosotros y sentirnos felices con nuestra decisión. Cuando encontramos una persona que tiene valor para nosotros,  probablemente seríamos mucho más felices y sería mejor si invirtiésemos en ella el tiempo y el esfuerzo que cuesta encontrarla.

Por otro lado, desconozco si ahora hay más infidelidades a causa de Internet, pero apostaría sin duda que sí. Por lo menos, ahora es más fácil ser infiel, eso seguro. Pero de la misma forma que es más fácil serlo, es más fácil también ser pillado. Todo esto está provocando que en muchos casos la paranoia roce lo extremo y que los niveles de confianza en las parejas hayan descendido. En el hecho de investigar para estar seguro de que tu pareja está siendo legal, puede pasar inadvertido que se está abriendo una brecha en la confianza entre ambos. En parejas no casadas hay una incidencia de infidelidad del 70% según algunos estudios. En España solo el 64% de la población considera moralmente inaceptable la infidelidad. Todo esto también ayuda a que la gente se ponga barreras y prefiera no apostar por una persona.

¿Conclusiones?

Encontrar a alguien hoy en día es mucho más estresante y frustrante que en generaciones anteriores, pero también es más probable que acabes con una persona que te entusiasme, puesto que habrás tenido más tiempo para encontrarla.

Internet mediante, las expectativas de lo que puedes encontrar aumentan hasta límites astronómicos. Con tantas opciones y tantas expectativas puestas en tu propia elección, ¿cómo puedes estar seguro de hacer la elección correcta? No puedes, sencillamente debes entender que la coyuntura en lo que respecta a los romances ha cambiado, y simplemente tienes que tomar la decisión correcta para ti.

Por ende, las relaciones se están volviendo más impersonales, no hay que olvidar que quien está al otro lado de la pantalla es una persona. En una conversación cara a cara se puede apreciar el lenguaje no verbal, las expresiones faciales o el tono de voz. Todo eso tiene un valor que últimamente se infravalora. La prevalencia de una comunicación basada en el intercambio de mensajes está llevando a una pérdida de conversaciones cara a cara, con todo el enriquecimiento interpersonal que conlleva.