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Nos sobra la pasta

César Charro. 19 abril 2015.

 

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Al final, ya ven lo que son las cosas, nos sobraba la pasta. Concretamente cincuenta y un millones de euros que, repartidos entre los aproximadamente ochenta mil habitantes de nuestra ciudad, esto ya dejó hace mucho de ser pueblo, arrojan un montante de seiscientos treinta y siete euros con cincuenta céntimos por vecino, una pequeña fortuna según para quién.

Hablaba yo hace unas semanas de la necesidad de ahorrar siguiendo los vetustos consejos de nuestras abuelas pero se ve que el Alcalde, acérrimo lector de mis columnas, se ha tomado el asunto demasiado a pecho. Ya me dirán ustedes si esto no es ahorrar, casi ocho mil quinientos millones de las extintas pesetas. El dedo en la llaga lo ha puesto el popular Andrade con una pregunta de aspecto inocente pero cargada de retranca: “oiga, y si no lo van a gastar, ¿para qué se lo piden a los ciudadanos?” Pues si. Los de Bildu, por su parte y en tono más serio, afean a Don Imanol Landa su política de continuos recortes pese a que sobren dineros en tamaña cantidad. También llevan razón, claro. Vean si no la que se ha liado con lo de las basuras de tanto ir al merme.

¿Será cierto como dicen algunos que el equipo de gobierno gestiona mal el presupuesto? Puede. A algunos, entre los que me incluyo, nos gustaría saber para qué tanto ahorro, qué hacen con esas cantidades que, por lo visto, vienen sobrando todos los años, a qué las dedican, si las ponen a plazo fijo, cuánto rentan y en qué se invierten, en su caso, los intereses. Comprendan y disculpen mi ignorancia pues uno, por dejadez o tal vez por falta de inteligencia para amasarlos, jamás ha tenido cincuenta y un millones en su cuenta corriente, ¿te los dejarán mirar un poco si quieres verlos todos juntos? ¿estarán en billetes de quinientos, de cincuenta o de cien? Estas cosas nunca te las dicen en los bancos y para mí tengo que solo las debemos preguntar los pobres.

Con todo y con serlo mucho, lo más preocupante no es esto sino la alarmante falta de compromiso ético ciudadano del que hacen gala quienes están en la obligación de conducir a sus convecinos hacia el futuro, un futuro que pretendemos mejor. Me gustaría poner un solo ejemplo para que se entienda bien lo que quiero decir. En Getxo, el tercer municipio de Vizcaya, no disponemos de ningún piso de acogida para mujeres maltratadas ni puntos de intercambio de menores pese a que todos los partidos, menos el que gobierna, lo lleven solicitando con reiteración desde hace años. Particularmente insistentes en ello han sido los socialistas, pero ni caso. La respuesta habitual de los responsables municipales es que las mujeres en esta situación son derivadas a una pensión cuando sufren un incidente violento y que con eso ya están atendidas y, además, el Ayuntamiento no tiene obligación de arbitrar esos recursos, que corresponden a la Diputación Foral. ¿Se puede ser más insensible al dolor ajeno?, ¿cómo puede compararse una pensión con la dotación de recursos humanos, materiales y técnicos que debe albergar un piso de acogida, donde las mujeres se apoyen unas a otras y los servicios sociales les hagan sentir siquiera momentáneamente a ellas y a sus maltratados hijos un poco de calor? ¿Puede sostenerse sin que se le caiga a uno la cara de vergüenza que un Ayuntamiento al que sobran dichas exorbitantes cantidades no tiene obligación de atender a los sectores más desfavorecidos de su población? Es inadmisible e indignante a partes iguales y la culpa la tienen todos, los que gobiernan y los que no, estos últimos por no ser capaces de unirse para forzar a un gobierno en minoría a asumir compromisos sociales tan básicos.

Yo, que nunca tendré vara de mando, les culpo a todos ellos; les acuso de ineficacia, de prepotente chulería, de falta de sensibilidad con los que sufren y de ausencia total de conciencia moral y política. Les recrimino que se pierdan en debates estériles pleno tras pleno y les digo que están demasiado cómodos en sus sillones cobrando dietas y sueldos públicos sin que el pueblo tenga un retorno del dinero que les paga. Cincuenta y un millones, amigos y amigas, dan no para un piso, sino para montar un servicio completo de atención humanitaria, dan para combatir el paro creando cooperativas, dan para ofrecer alquileres que se puedan pagar a los jóvenes que no quieran irse a vivir a otros municipios que no son los suyos, dan para ser pioneros en tantas cosas buenas que se me suben las calores de pura indignación. Y si luego la Diputación, Lanbide o quien sea aportan más recursos porque es su competencia y su deber hacerlo, miel sobre hojuelas, los agarramos también. Esto no es política de izquierdas ni de derechas, nacionalista o constitucionalista, es simplemente política local, la que necesitamos, la que pagamos, la que queremos.

Ahora llegan las elecciones y no se ustedes, que yo hablo solo por mí y a veces ni eso, pero sería cuestión de hacerles saber a todos ellos, uno por uno y de forma pacífica y educada, eso sí, que ya está bien, que se dejen de excusas y hagan lo que deben, porque servir a los tuyos no es un trabajo, es un privilegio y a ese honor que les hemos otorgado con nuestro voto deben corresponder con toda su alma. Y si no quieren o no saben, entonces que se vayan.