Por un momento imagínese el lector que mañana tiene que hacer la compra porque se ha quedado sin leche; pero sin embargo, no puede comprarla porque en los supermercados se han quedado sin existencias. Así mismo, imagínese el lector, que tiene un bebé y que lógicamente necesita usar pañales; pero sin embargo, no hay pañales ni en farmacias ni en supermercados y tiene que reutilizarlos o ponerle un trapo. Así mismo, imagínese el lector que tiene un familiar o un amigo que sufre epilepsia y está nervioso, porque el médico le ha recomendado una medicación que hasta dentro de tres semanas no llegará a las farmacias. Así mismo, imagínese el lector, que quiere ir con su familia o con unos amigos de paseo tranquilamente para tomarse un café o una copa de vino; sin embargo, le recomiendan que mejor vaya en coche directamente a un local, o que lo organice en casa, porque su país, su ciudad, se ha convertido en una de las más peligrosas del mundo.
Ahora deje de imaginar, porque estas circunstancia se están dando en estos momentos en un país que hasta hace no más de dos décadas tenía un potencial de desarrollo tremendo, ese país no es otro que Venezuela.
Estoy seguro que hay muchas variables económicas, políticas, históricas y sociológicas que pueden explicar este negativo fenómeno; pero hay cuatro puntos, que son comunes a los grandes declives:
- Inestabilidad institucional y jurídica
Qué duda cabe que un estado para que funcione y funcione bien, tiene que tener unas instituciones fuertes, continuadas y al servicio de los ciudadanos y no al servicio del partido político que gobierne. Y unido a ello, junto a unas instituciones fuertes, un sistema jurídico independiente, con autonomía y capacidad de decisión propia.
- Falta de transparencia y corrupción
Es entendible que si un gobierno gestiona los impuestos e interés de los ciudadanos, nosotros tenemos que ser “auditores” de todas las acciones que se están desarrollando, los gastos que conllevan y el retorno que aportará a la sociedad. Los gobiernos que no son transparentes tienen como consecuencia directa la corrupción del sistema.
- Gestión económica
Los presupuestos, por muy grandes que sean, son limitados, y aunque desde una perspectiva positivista pueda parecer que por la inyección de un sector (en el caso de Venezuela petróleo) se puede conseguir el estado de bienestar, hay que gestionarlo y apostar por la innovación y por la industria de alto valor añadido en el largo plazo.
- Populismo
Cuando los ciudadanos sufren instituciones al servicio de los partidos políticos, falta de transparencia, corrupción y crisis económica, suelen surgir nuevos partidos políticos que con frases vacías y proyectos irrealizables, pero con mensaje claro y positivo, consiguen el apoyo de algunos ciudadanos que están descontentos y desmotivados.
Si volvemos a releer estos cuatro puntos… ¿les resulta familiar?
Pues sí, cambiando petróleo por turismo estamos en las mismas… Lástima que por desgracia nosotros aún no estemos listos para el cambio sensato…