El estío trae consigo noticias curiosas. Son esas que llaman los periodistas serpientes de verano en expresión que engloba toda suerte de sucesos irrelevantes, más o menos creíbles, y que se publican en los diarios cuando el respetable está de vacaciones y la sequía de información compromete las ventas de papel impreso. Dicen que el término viene, ni más ni menos, que del conocido monstruo del lago Ness, el cual años atrás se aparecía todos los veranos no se sabe si para solaz de los turistas o por ayudar al gremio periodístico y darles algo de qué hablar. Al ser monstruo y escocés, siempre cabe esgrimir el tópico de que la presencia de “Nessie” pueda deberse a la imaginación beoda de algún aldeano de Drumnadrochit, el pueblo de al lado, al que la última partida de whisky le salió con unos cuantos grados de más.

Algunas de estas noticias extravagantes hablan de muertos que salen de la tumba aprovechando el buen tiempo, o de extraños ritos realizados en cementerios por inquietantes sectas a las que pertenecen personajes principales de la vida social y política de los que nunca hubiéramos imaginado cosa semejante. Son argumentos muy manejados por escritores como Stephen King,  con gran éxito de ventas, y directores de cine como Stanley Kubrick, que nos enseñó que pertenecer a una secta de millonetis poderosos que se juntan para realizar orgías secretas, era mucho más entretenido que militar en un partido político, asociación o sindicato. Yo me conformo, no obstante, con ser invitado de vez en cuando a un txoko y que la orgía sea gastronómica. He llegado a ese punto en la vida en que comiendo y bebiendo quedo mejor y aguanto más.

Estos días hemos sabido que en Getxo un muerto ha salido de la tumba. Al parecer la lápida fue removida y posteriormente los familiares se percataron de que sus restos, en este caso las cenizas, ya no estaban. Es evidente que no puede tratarse de una resurrección, pues con su ascensión a los cielos las pavesas se dispersarían a poco que soplara la brisa sobre los cantiles de La Galea, y tampoco es probable que el finado se encuentre vagando por los pinares cercanos en busca de alguien a quien asustar, más que nada porque solo a un insensato se le ocurriría tal cosa coincidiendo con las paellas y porque, después de la crisis, ya no hay nada que pueda meternos el miedo en el cuerpo. Veremos en qué queda la cosa que, por lo visto, ya está en manos del juez, eso sí que da pavor.

Dicen, por otro lado, que una concejala publicó en un tuit que algunos tenientes de alcalde podían ser idiotas y que más tarde ha aclarado que no se refería a uno de sus compañeros de corporación. Bien está, no es bonito que uno vote a alguien para que le represente y lo único que represente sea la mala educación. Ahora bien, hay que quitarle hierro. Son cosas normales entre políticos nuevos y de pueblo, es decir, no profesionales. Todo hay que aprenderlo y de puras ganas de hacer cosas y agradar a su público, se nos vienen arriba y a veces, como hacemos todos, meten la pata. Luego, en contadas ocasiones, nos sorprenden con una excelente gestión de los servicios públicos y una honradez sin parangón.

Cuentan las crónicas también que un policía local del pueblo fue oro en los XVI Juegos Mundiales de Policías y Bomberos y es platino a diario en el servicio que presta a los ciudadanos, si bien esto ya no suele ser noticia. Además, nos enteramos de que, un año más, veintitrés niños con infancias expropiadas en sus países de origen, pasarán el verano entre nosotros al calor de familias que año tras año ejemplifican lo mejor de la condición humana.

Son todas noticias sencillas, que no aparecerían jamás en El País o el New York Times. Pero ustedes las leen con curiosidad porque suceden al lado de su casa, porque desean saber qué se cuece en el pleno municipal, conocen al tipo que ha ganado la medalla o porque, a lo mejor, se han encontrado a los niños saharauis por la calle mirándolo todo con su carita de asombro. Esa es la razón por la que casi siete mil quinientos usuarios visitaron la web de este periódico en junio y por la que sus lectores crecen día a día desde que un par de chavales con más ganas que otra cosa, se decidieran a poner contrapunto a la realidad del pueblo. Observo que las reticencias con las que fueron acogidos por los que añoran aún el pensamiento único van quedando atrás como lo demuestra el hecho de que la práctica totalidad de los grupos políticos hayan querido aparecer aquí con motivo de las elecciones municipales. También les veo a ellos más centrados, más profesionales en su ingenuo amateurismo, mejores a mi modo de ver. Que haya contraste de opiniones es síntoma de una sociedad saludable y ya era hora de que la nuestra sanara de una vez por todas. Otra cosa es si nos gustan o no las del contrario, pero eso, fíjense, es lo de menos.

Yo, por mi parte, me despido aquí. La próxima semana no me busquen porque no estaré. Me reclaman mis obligaciones veraniegas, a saber, leer unos cuantos libros, coger varios kilos a base de cerveza y pincho potes y, en el tiempo que me quede, dejar zanjado el esbozo de un par de proyectos en los que ando comprometido y que tienen que ver con una estilográfica y un cuaderno de tapa dura. De corazón les deseo feliz verano a todos ustedes, que han sido muy amables con lo que he escrito y, como decía Fumanchú, el mundo volverá a saber de mí.

Ah, ¿que no saben quién era Fumanchú? En septiembre se lo explico.