El pasado mes de Diciembre estuve en una pequeña exposición sobre el popular Tranvía de Arratia organizada por “Zertu Kultur Elkartea” y la DFB, con algo de retraso, con motivo de los 50 años de su desaparición el 30 de Noviembre de 1964. Por estas fechas se suprimen todas las líneas de tranvía de Bilbao y provincia. En la información que se daba me encantó descubrir que el primer tranvía en funcionamiento en Euskadi fue el Bilbao – Las Arenas que comenzó a operar en 1872 como tranvía de tracción por sangre, es decir por animales (aunque puede parecer un poco fuerte, esta es la denominación oficial recogida en el diccionario). Es decir que nuestro municipio fue pionero en esto como en otras cosas, nuestro tranvía es anterior al de Arratia. Los de Getxo no somos de Bilbao pero ya quisieran los de Bilbao….
el primer tranvía en funcionamiento en Euskadi fue el Bilbao – Las Arenas
El tranvía siempre me ha inspirado un gran cariño: es como el hermano pequeño del tren, hay vagones de tren del mismo tamaño que algunos tranvías. La principal diferencia está en lo raíles, de hecho tram en inglés hace referencia a carriles planos. Por cierto, como inciso, los anglosajones como padres del invento han bautizado tanto el tren como el tranvía y, es curioso que mientras los señores de la Real Academia se esforzaron por inventar una palabra castellana: “ferrocarril” para railway; lo del “tranvía” les debió pillar en un día más flojo y se quedó casi en una transcripción fonética del tramway original.
Los niños de mi generación llegamos a los últimos días del tranvía y para mí, supongo que como para otros, los renqueantes y ruidosos vagones inspiraban un respeto de animal mitológico con su rítmico traqueteo, los misteriosos mandos del conductor con una especie de volante ¿para que servía si no se podía salir del carril?, la campanilla sonando para avisar y despejar el camino, los empleados con su uniforme y su gorra (una gorra inspira mucho respeto en una mente infantil) y la arriesgada aventura de emboscar al tranvía en una cuesta, subir al tope para tirar del cable y desconectar el trole de la catenaria, parando la unidad. Después, la huida apresurada oyendo las imprecaciones del revisor y sintiendo su aliento en el cogote. Nunca he visto (al correr no había tiempo de mirar atrás), ni creo que se haya dado el caso, de que alcanzase a ninguno de los chiquillos; probablemente solo se preocupaba de poner la pértiga en posición para reemprender la marcha cuanto antes, pero la subida de adrenalina era impresionante.
Siempre me han inspirado una ternura y cariño especial como animales en peligro de extinción
Así pues, como digo siempre me han inspirado una ternura y cariño especial como animales en peligro de extinción. Aunque han seguido vivos y evolucionando en muchos países, es cierto que en el nuestro desaparecieron en la década de los 60, probablemente gracias a la mente privilegiada de algún visionario – siempre hemos tenido muchos, sobre todo si hay negocio de por medio – que decidió que, después de pasar por los trolebuses (otro buen invento que también desapareció) el futuro estaba en los autobuses de tracción “por humo”. Si habéis conocido los autobuses de aquella época, eran una especie de fábrica rodante de humo y daba igual el color en que estuviesen pintados, la parte trasera era siempre del mismo color: negro. Las palabras “contaminación” y “ecología” no estaban todavía en el diccionario. Ahora hemos re-descubierto al tranvía como un eficaz, ecológico y económico medio de transporte colectivo y muchas ciudades se han lanzado a la carrera de instalar modernas líneas.
Por otra parte, los tranvías también han tenido para mí un aura romántica. En muchos documentos gráficos de guerra, aparecen esqueletos destrozados y carbonizados de tranvías. Parece que el servicio de tranvías siempre ha resistido heroicamente “más allá del cumplimiento del deber” intentando mantener una imagen de normalidad dentro del caos. Hay tranvías destrozados en el gueto de Varsovia durante el levantamiento contra los nazis, delante de las ruinas del Reichstag en la famosa foto de los soldados rusos alzando la bandera roja en su tejado, a la caída de Berlín en 1945. Por la cercanía, me impacta especialmente otra relacionada con la voladura de nuestro Puente Colgante en 1937: junto a uno de los pilares, erguido pero huérfano de la estructura superior, aparece un tranvía destrozado, aparentemente alcanzado por la deflagración en su último viaje.
Barakaldo lleva algún tiempo estudiando la puesta en marcha de una línea de tranvía circular que posteriormente cruce la ría y enlace con otra línea también en estudio que subiría desde Leioa a la UPV. Getxo no puede quedarse fuera de estos planes
Pero en Getxo no hay tranvía. Nuestro municipio ha estado siempre muy bien comunicado y hemos sido pioneros tanto en el tranvía como en el tren: el Bilbao – Las Arenas, luego ampliado hasta Plencia para terminar convertido en Metro, fue uno de los primeros en Euskadi y en España.
Actualmente, las comunicaciones en Getxo siguen ejes paralelos a la costa: el cauce del Gobela, la crestería de la parte alta de Algorta y la línea del Metro por el medio de ambas. Barakaldo, municipio algo mayor, pero de características parecidas al nuestro, lleva algún tiempo estudiando la puesta en marcha de una línea de tranvía circular que comunique los diferentes barrios y que posteriormente cruce la ría y enlace con otra línea también en estudio que subiría desde Leioa a la UPV y en el futuro podría llegar hasta el aeropuerto. Aunque estas cosas suenan un poco a “política-ficción”, al igual que muchas ideas de ciencia-ficción acaban convirtiéndose en realidad con el tiempo, hay casos en los que estas ideas también se materializan. Getxo no puede quedarse fuera de estos planes ¿no podíamos hacer algo parecido? Un tranvía interno que cohesionase los barrios llegando a puntos desatendidos actualmente, para posteriormente enlazar con esa futura línea de la margen derecha (Leioa – UPV) en cualquiera de sus extremos. ¡No vamos a ser menos! esto podrá ser una bibaínada pero ya hemos quedado que los de Getxo podemos (y no es un chiste político).
Y ahora más factible e interesante a corto plazo, sería organizar una exposición del estilo de la que he descrito al principio, sobre la historia de los transportes y comunicaciones en el municipio. Hay mucho tema: tren, metro, tranvías y autobuses. Desde estas páginas me ofrezco a colaborar con quién se anime a poner en marcha una iniciativa de este tipo.