No puedo dejar de hacer una modesta contribución desde estas líneas, al recuerdo de las víctimas del último atentado terrorista en Bruselas…. y del anterior en París en noviembre y del de Charlie Hebdo también en París, cuando todavía parecía que elegían a sus víctimas por insultar a Alá y ofender al islam (¡algo habrán hecho!). Pero no, ya casi nos habíamos olvidado de los atentados indiscriminados del 11-S de las Torres Gemelas, cuando todavía no sabíamos si habíamos salido del siglo XX, el 11-M de Madrid, el 11-J de Londres y seguro que se me olvida algo. In memoriam.
Pero es que, hay constantemente atentados, incluso con más muertos en Turquía, Rusia, diferentes países africanos y árabes, la lista podría ser interminable. Pero estos no son nuestros muertos así que no hay banderas a media asta ni minutos de silencio y la cobertura mediática es muy reducida.
Estamos en una guerra, una guerra interminable…
Casi todos los reivindica el EI o Al-Qaeda, que todavía está por ahí, y otros extraños grupos que aparecen y desaparecen; y si no los reivindica nadie, siempre están los kurdos que pasaban por allí, a los que se les puede cargar con los muertos (nunca mejor dicho), a pesar de que algunos de estos atentados desprenden un fuerte tufillo a obscuros servicios secretos de inteligencia. Por cierto, que los peshmerga kurdos parecen ser los únicos que están haciendo frente al EI sobre el terreno. In memoriam.
Estamos en una guerra, una guerra interminable (con permiso de Almudena Grandes y sus episodios). Desgraciadamente el mundo se está pareciendo cada vez más al que describió G. Orwell en “1984” con una increíble intuición y visión de futuro: una guerra perpetua de medio mundo contra el otro medio, cambiando de aliados en función de los intereses de cada momento y “El Gran Hermano” controlándolo todo ¿no nos suena?
Lo que no podía prever Orwell es la globalización. Esto también es globalización: los frentes de guerra no se circunscriben a una zona geográfica determinada en la que se enfrentan dos ejércitos sobre el terreno, sino que pueden aparecer y desaparecer en cualquier sitio y en cualquier momento, lo que hace todo mucho más temible y genera más miedo. Si en las últimas guerras convencionales (la 2ª Guerra Mundial, por ejemplo) el concepto de retaguardia y vanguardia casi desapareció y las víctimas civiles superaron las de los combatientes, ahora simplemente esos conceptos han dejado de tener sentido.
Con todo esto, en el eterno equilibrio entre seguridad y libertad estamos perdiendo jirones de libertad a cambio de una seguridad ficticia (la seguridad total es imposible) tal como conviene a los poderes fácticos, el establishment, las multinacionales, las grandes potencias, en fin, los que fabrican y venden las armas con las que se mantienen las guerras, los que controlan el 80% de la riqueza mundial.
Siempre hay una amenaza en algún sitio, tenemos que tener miedo, mucho miedo (“estar acojonados” es la expresión que no quiero usar por malsonante). Con miedo, el rebaño se controla mejor, las ovejas se aprietan unas contra otras balando más fuerte pidiendo un poco más de seguridad a costa de un poco menos de lana.
Y aquí también se hace evidente la diferencia entre ricos y pobres
Algún aprendiz de brujo ha abierto las puertas del infierno y ha perdido la llave. Pero esta amenaza se irá reduciendo con el tiempo, como otras anteriores ¿se estará preparando ya la próxima? ¿tendrá algo que ver con Donald Trump?
Y aquí también se hace evidente la diferencia entre ricos y pobres. Los ricos lanzan sus bombas desde una casi absoluta impunidad: si no nos han ocultado algo, creo que el EI solo ha logrado derribar un bombardero jordano al principio de las operaciones. Son bombas inteligentes, pero no importa que se equivoquen a veces y caigan sobre un hospital, un mercado o un pacífico pueblo. Los terroristas son civiles, ergo entre los civiles habrá terroristas. También morirán inocentes, pero son “daños colaterales”, ¡magnífica expresión para eludir responsabilidades! In memoriam
Mientras tanto, los pobres son los que ponen la “carne de cañón” y pelean pie a tierra. Y luego están los suicidas, pobres diablos a los que han conseguido convencer que su dios quiere que mueran matando al mayor número posible de infieles, lo que además les garantiza el acceso más rápido a su paraíso. Aunque profesen su fe y piensen más o menos lo mismo, los ricos (o menos pobres) seguro que no tienen tanta prisa por llegar a ese paraíso. In memoriam.
Este artículo ha sido duro, triste y amargo, pero es lo que corresponde
Y tenemos a todos esos pobres miserables que huyen de las guerras y del hambre, que van siempre unidos. Por ellos, la UE ha decidido pagarle a Turquía para que ejerza como ángel guardián de las puertas del paraíso, y montar una operación de la OTAN para perseguir a las mafias (matar moscas a cañonazos) que ahogan a los fugitivos en el Mediterráneo, aunque algunos pocos consigan llegar a las costas de Lesbos, la puerta de Europa. Nos vamos a cargar hasta la mitología griega, esta isla dentro de poco será más conocida por esto que por lo otro. Mientras tanto, Canadá sin hacer ruido y en muy poco tiempo ha acogido y dado trabajo a un número considerable de inmigrantes. In memoriam.
Este artículo ha sido duro, triste y amargo para mí, pero es lo que corresponde. En mi ánimo se juntan una serie de sentimientos de dolor, tristeza, impotencia, rabia….Así que voy a terminar cambiando un poco el registro por un toque de nostalgia, que es una forma más leve del dolor, y que quede muy claro que todas las vidas son igual de importantes (“Nunca preguntes por quién doblan las campanas, doblan por ti”).
Es otro contexto, pero también se ha muerto Johan Cruyff. Uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos, un rebelde y un revolucionario del fútbol, tanto de jugador como de entrenador. El héroe de muchas tardes de domingo, cuando se jugaba al fútbol los domingos por la tarde. El alma de la “naranja mecánica”, la magnífica selección holandesa que, sin embargo, perdió la Eurocopa de Alemania frente a Alemania y el Mundial de Argentina frente a Argentina, en una final amañada que tenía que ganar Argentina para mayor gloria de la inconcebible dictadura del general Videla y su junta de espantapájaros. Cruyff no jugó este mundial por motivaciones en principio éticas, aunque trufadas de desavenencias con la federación holandesa y alguna discrepancia económica; rebelde y holandés a la postre.
Alguien dijo, y yo estoy totalmente de acuerdo, que el fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes de la vida. ¡Johan Cruyff descanse en paz! porque a Cruyff se le trata de Usted. Los amantes del fútbol saben a qué me refiero.
In memoriam