En internet hay muchas páginas sobre lugares abandonados en todo el mundo. El hilo común de todas estas construcciones es que apenas o nunca, han podido cumplir la función para la que fueron destinadas por una conjunción de desastres, naturales o causados por el hombre o por estar basados en ideas geniales que en la práctica resultaron un desastre.

Construcciones y edificios emblemáticos que ahora usamos y vemos con la mayor naturalidad podrían abandonarse por cualquier motivo y convertirse en ruinas arqueológicas. A pesar de que vivimos en la “sociedad de la información”, en algún momento se podría perder su pista, hasta que sean descubiertos por los arqueólogos en un futuro lejano y les planteen preguntas del tipo: ¿para qué harían estas cosas tan raras nuestros antepasados?

Es sabido que los conquistadores españoles se encontraron con ciudades mayas abandonadas intactas y aún hoy en día los arqueólogos e historiadores no han sido capaces de encontrar una explicación satisfactoria a este misterio. En nuestro mundo actual, también existen ahora mismo sitios abandonados y, en muchos casos, muy desconocidos. Se supone también que estarán documentados y registrados en algún sitio, pero ahora mismo ya empiezan a ser unos desconocidos incluso para nosotros, contemporáneos.

Estos lugares abandonados y bastante desconocidos en general, tienen un peculiar atractivo, un discreto encanto

Estos lugares abandonados y bastante desconocidos en general, tienen un peculiar atractivo, un discreto encanto. Primero, porque en muchos casos los hemos conocido e incluso utilizado. Segundo, porque tienen el atractivo morboso de su historia pasada: ¿Qué habrá sido de las personas que vivieron en ellos o los utilizaron? ¿por qué se abandonaron? En tercer lugar, porque los que han sido obras públicas, han supuesto una inversión importante mal empleada, que nos debiera servir para “aprender de la historia y no repetirla” aunque me temo que aquí tiene más vigencia el dicho de que “el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra” (y tres, y cuatro….) Hablaremos de esto en la próxima entrega y vamos a centrarnos ahora en algunos ejemplos que me han llamado la atención especialmente.

Iniciativas militares con ideas geniales bastante desastrosas: la línea Maginot francesa; las fortalezas marinas Maunsell, una extravagante idea de los ingleses para defender su costa en la II Guerra Mundial. Hasta el mismo Franco empezó a construir una línea defensiva en los Pirineos, conocida como “Línea P” de Pirineos o línea Pérez. Nunca he conseguido aclarar lo de Pérez, ¿será el nombre del responsable militar? ¿será un chiste? El amigo no se caracterizaba por su sentido del humor.

También encontramos poblaciones abandonadas tras los destrozos por el paso de las guerras: Belchite en la Civil española; Oradour-sur-Glane en Francia por la II Guerra Mundial. En ambos casos se ha decidido, para mí con buen criterio, no tocar las ruinas como homenaje a los caídos y recordatorio de la barbarie de las guerras.

Hay muchos casos de ciudades nacidas y crecidas cerca de una fuente de riquezas aparentemente fáciles. Poblaciones que desaparecían casi tan rápido como habían nacido al agotarse las fuentes de riqueza: la fiebre del oro del oeste americana (Bodie, California), Kolmanskop en Namibia en una zona desértica rica en diamantes a la que la arena se está tragando de nuevo. Sin irnos lejos, tenemos en Galdames restos de un antiguo poblado minero de nuestra fiebre del hierro.

Gunkanjima en Japón (también llamada Hashima) es una ciudad-isla, construida para explotar unas minas de carbón submarinas que dejaron de ser rentables cuando el país apostó por el petróleo y luego por la energía atómica, con las consecuencias que ahora conocemos. En esta isla tuvo su guarida nuestro “malo” Javier Bardem en la reciente película de James Bond: “Skyfall”.

Hemos tenidos desastres provocados por el hombre como los nucleares, Pripyat en Ucrania, la ciudad más cercana a Chernobil; y Fukushima, en Japón. En ambos casos tenemos varias “ciudades abandonadas” que no serán habitables en miles de años: lo que tarden en desaparecer los altísimos niveles de radiación.

Los parques de atracciones…. producen una especial nostalgia al estar destinados al disfrute y alegría de los más pequeños

Hay sitios abandonados por desastres más o menos naturales, el hombre y su desprecio por la naturaleza está casi siempre detrás de ellos: la ciudad balneario Epecuén en Argentina tragada por las aguas en 1985, sus ruinas emergidas de nuevo en 2012; New Orleans tras el paso del Katrina; dónde aún quedan ruinas como el parque de atracciones “Six Flags” abandonado por el altísimo coste de su recuperación.

Los parques de atracciones es un grupo numeroso. Producen una especial nostalgia al estar destinados al disfrute y alegría de los más pequeños: Six Flags, el de Pripyat (ya mencionada) y varios en Japón, China, etc. Aquí mismo sabemos algo de esto con el fallido parque de atracciones en las faldas del Ganguren que, por cierto, su vigilancia nos está costando un pastón. Parece que por fin, la Diputación está pensando en derribarlo completamente aunque todavía no sabe cómo, cuándo ni con qué dinero (o sea, que no sabe casi nada). A propósito, nunca he entendido porque la DFB sale al rescate de la iniciativa privada: túneles de Artxanda, Super Sur… pero esto daría para otro artículo.

Otro grupo curioso son las estaciones de metro abandonadas. Por ejemplo, la del City Hall en el metro de Nueva York que se construyó en 1904 con todo lujo: techos con cúpulas vidriadas, lámparas de brazos, azulejos, etc. Dejó de operar en 1945 al parecer por su escaso número de usuarios, absorbidos por las estaciones próximas, aparte de su diseño en curva que presentaba problemas técnicos y de seguridad. Este fenómeno es bastante corriente en muchos metros por causas muy variadas: cambios en las líneas, dificultades para adaptarse a los trenes modernos, consecuencias de la II Guerra Mundial, sobre todo en los metros de Londres y Berlín, y otras causas. En Berlín hay varias estaciones y líneas afectadas por el Muro que no ha interesado recuperar tras su caída.

En muchos países estos sitios se explotan turísticamente por su historia.

Casi todos estos sitios no dejan de ser parte de nuestro patrimonio histórico. En muchos países se explotan turísticamente por su historia. Aquí estamos evolucionando desde no dar importancia al patrimonio y abandonarlo o desguazarlo directamente, a hacer como que sí, pero lo dejamos caer de a pocos (que dicen los mexicanos) o en casos peores, gastarnos un dinero para restaurar un edificio sin tener ni idea de qué hacer con él y dejarlo morir lentamente de nuevo, de manera que haya que restaurarlo de nuevo más adelante ¿será por dinero? Seguro que todos tenemos alguno ejemplo en mente.

Nuestros políticos, que tan aficionados son a hacer “viajes de estudios” con dinero público, podían aprender lo que hacen en otros países serios en este tema de la conservación del patrimonio.

En la siguiente entrega nos ocuparemos de las “abandonadas” obras públicas, que tienen más delito.