Cada vez que paso por la Plaza San Nicolás, me entran ganas de llorar. Me mojo por arriba con las lágrimas y, por abajo me salpican las traicioneras baldosas flotantes.

¡Quién te ha visto y quién te ve! De ser una coqueta plaza de pueblo a convertirse en un engendro. Es como una vieja gloria de esas que abusan del botox de tal manera que no las reconoce ni su madre. Lo malo es que a la pobre plaza nadie le ha preguntado, ¡ni a los vecinos! Es como una violación urbanística.

En todo el conjunto de la Plaza, el entorno de la iglesia y el teatro, nuestro ayuntamiento ha conseguido lo que tantos científicos han buscado durante siglos: “el movimiento continuo (perpetuum mobile)” traducido en “la obra continua”.

Recurriendo al tópico, ni los más viejos del lugar recuerdan cuando empezó la obra y, por supuesto, ni se sabe ni parece interesar que termine nunca. Nadie dice nada, ni siquiera la proximidad de las campañas electorales parece ejercer su benéfico influjo como antaño. Se van haciendo cositas poco a poco y cada intervención se eterniza en el tiempo. Tanto tiempo que muchos de los elementos se están ya quedando viejos o, lo que es peor, rompiéndose directamente nada más ponerlos. Así que, sin terminar, ya se están reponiendo cosas.

estas obras son un perfecto ejemplo de cómo, pudiendo hacer las cosas mal… ¡se hacen peor!

También puede ser que exista alguna maldición sobre las obras, pero me extraña un poco habiendo un Santo de por medio. De todos modos, nunca se sabe… el concejal de obras haría bien en hablar con el párroco.

El hecho es que estas obras son un perfecto ejemplo de cómo, pudiendo hacer las cosas mal… ¡se hacen peor! Si recopilamos todos los desaguisados, averías, chapuzas, etc. que se están haciendo en este recinto, seguro que entrábamos en el Guiness de cabeza.

Eso sí, lo que hacemos se hace a lo grande, ¡será por dinero! Por ejemplo, en la entrada del parking se pusieron unas barandillas para separar la rampa de bajada de la calle. Lógicamente: ¡sólo faltaba que se “escuernase” algún vecino! Estuvieron mucho tiempo (para todo es mucho tiempo), sin cerramiento. Por fin se pusieron cristales, pero no solo para las barandillas, sino cubriendo toda la pared de la rampa de bajada. Ya puestos, podían haber ido en mármol de Carrara. Yo creo que eso no se les ha ocurrido ni a los magnates rusos de la Costa del Sol. Podrían sacar ideas.

Otro ejemplo: Actualmente, desde diciembre de 2015 (solo), se está cerrando el paredón que da a la Av. Basagoiti (el Desfiladero) con una estructura que tiene pinta de haber sido diseñada por el mismo arquitecto que hizo la T-4, recubierta de maderas de alto standing y con unas luces indirectas cada varios metros. O sea: ¡4 perras!

¡Es un diseño maravilloso! Como nadie había pensado en una zona de juegos para los niños, esto es una solución genial que nuestros pequeños ya están utilizando para juegos de riesgo, que es lo que mola: tienen cables (eléctricos) muy al alcance de las manitas y hay unas piezas metálicas que tienen un aspecto de cortar cualquier cosa, ¡que no veas! Sirve además para pegar carteles de esos que proliferan por el pueblo en cualquier sitio visible, lo que le confiere un aspecto entrañable. Y, otra ventaja más, nos vamos a ahorrar un pastón en limpieza porque la porquería que se cuela entre las piezas de madera va a ser prácticamente imposible de sacar, con lo cual no van a hacer falta equipos de limpieza, ahí se queda y la propia naturaleza lo irá solucionando.

Tampoco se sabe si lo han terminado ya o no: trabajan a ratos libres. La parte alta todavía sigue con una barandilla de obras, pero eso tampoco es una pista definitiva, ¡a lo mejor se les ha olvidado quitarla!

Lo de las carpas en este municipio es también algo digno de una tesis

Hay más cosas. Como ha desaparecido el quiosco (parece que sigue sin aclararse el misterio), ahora cada vez que se quiere hacer un espectáculo en la plaza se monta una bonita carpa. Lo de las carpas en este municipio es también algo digno de una tesis. No se sabe que hacen lejos de su hábitat natural, los estanques, pero las carpas proliferan por todos los lados: aparecen y desaparecen en esta plaza; de la Plaza de la Estación de Algorta; de la Plaza del ajedrez de las Arenas (otro estupendo ejemplo de como destrozar otra plaza); de Romo, de Ereaga y de cualquier sitio en donde haya suficiente espacio (estas carpas deben de ser de una familia especial: son muy grandes).

Nos deben estar costando un pastón con su alquiler, montaje y desmontaje y además tienen la gran ventaja de que con sus anclajes destrozan aún más el pavimento, que tampoco necesita mucha ayuda para romperse, lo cual obliga a reponer las baldosas bastante a menudo generando más negocio y más trabajo.

En el fondo, todo va a ser una idea encomiable para acabar con el paro en nuestro municipio.

El tema del pavimento no es exclusivo de esta plaza, pero también es digno de estudio. Las estupendas baldosas modelo Bilbao, ¡además autóctonas! están desapareciendo siendo sustituidas por esta especie de losas funerarias que parece que ocultan tumbas visigodas, sólo les faltan las inscripciones. Losas muy prácticas para resbalar cuando llueve (casi nunca), se rompen con facilidad y además las hay de todos los tipos posibles. Sólo en Basagoiti desde el Casino hasta el final, hay como cuatro o cinco modelos diferentes. Los de mantenimiento supongo que se tirarán de los pelos, todo muy cómodo y barato. De hecho, los servicios del ayuntamiento están reponiendo frecuentemente baldosas rotas. Lo dicho, debe ser una estrategia para reducir el paro.

Hablando del mantenimiento, los diseñadores de estas monstruosidades no deben conocer esta palabra (mante…¿qué?) Por ejemplo, ¿ya saben que toda esa madera hay que mantenerla en buen estado? Los bancos de la plaza están ya casi blancos; las maderas del Antxokia chorrean unos liquidillos marrones… “Son los taninos” –Nos dicen–. “¡No hay que preocuparse!” Ya, ¡que se lo digan a una mujer cuando se le corre el rímel!