Cada vez es mayor mi sensación de indefensión frente a las administraciones en general y otros poderes fácticos.

En cualquier tipo de transacción con las administraciones, éstas siguen el viejo lema de la frontera: “primero dispara y luego pregunta”, transcrito a “primero Vd. pague y luego recurra”… que ya se verá, y amanece todos los días y verdes las han segado, etc.

Veamos algunos ejemplos.

Un caso muy claro es el de las multas de tráfico. Esas que nos ponen por nuestro bien. Se han buscado el truco del descuento del 50% por pronto pago, de manera que terminas pagando lo mismo que se pagaba antes de la última reforma de la ley, pero te quedas mucho más contento. Si quieres recurrir ya sabes que la opción es pagar el 100% (o sea el doble) de entrada y perder el recurso siempre, incluso aunque tengas razón. La última posibilidad es ir a tribunales lo que, en este país, puede suponer acabar desesperado y arruinado, eso si no te mueres antes de que salga la sentencia.

Tampoco es siempre la administración, hay muchas empresas que se comportan parecido, despreciando y abusando sistemáticamente del cliente. En general son empresas grandes y de servicios, por ejemplo las de telefonía, transporte, las energéticas (eléctricas, gas, petroleras, etc.); automoción (VW)… las que pululan por internet (Google, Apple..). A pesar de la teórica libertad de mercado, casi todas estas empresas terminan funcionando como monopolios o cárteles y siguen siendo muy rentables, aunque de vez en cuando les caiga una multita desde Bruselas. Y los bancos, ¡encima de recibir dineros públicos con los famosos rescates, nos cobran por todo y nos ningunean!

Y los bancos, ¡encima de recibir dineros públicos con los famosos rescates, nos cobran por todo y nos ningunean!

Si son empresas pequeñas, la opción de cambiar es más factible, pero cualquier reclamación seguirá la misma suerte que en los casos anteriores. Como tengas un problema o bien con la administración a cualquier nivel o con alguna empresa de estos tipos o similares, ¡date por bendecido!

Sin embargo, tenemos un montón de organismos para defender al ciudadano: empezando por el Ararteko, defensor del pueblo (como su propio nombre indica), Oficinas de Atención Ciudadana (en Getxo, y como las llamen en otros sitios); hay en Bilbao un Tribunal Económico-Administrativo para temas tributarios. En fin, que hay varias oficinas y organismos con personal de ese que llaman “de libre designación” o que entra con oposiciones o convocatorias muy “a medida”, a los que se puede recurrir en el caso de que el ciudadano se sienta avasallado por la autoridad o quiera presentar alguna reclamación contra cualquier empresa.

Yo puedo hablar personalmente de los intentos infructuosos y frustrantes que he tenido con el Ararteko y con la OAC de Getxo.

Recurrí al Ararteko después de una típica cacicada, en este caso de Metro Bilbao. Si por error, utilizas una tarjeta Barik distinta de la que has validado a la entrada, el sistema no te permite corregir el fallo sino que automáticamente te carga el coste máximo: es decir, como si hubieses recorrido la línea de principio a fin. Al reclamar al personal “raso”, me dicen que no pueden hacer nada porque el sistema es el sistema (“el ordenador no me deja” es un clásico de nuestra época) y que reclame al CTB (Consorcio de Transportes de Bizkaia). Como era previsible, por el bonito y popular juego de peloteo entre entidades públicas o semi-públicas, CTB responde que no puede hacer nada y que debería ser Metro Bilbao el que lo resuelva.

Así pues, presento reclamaciones a ambos organismos. Eso sí, tienen unos formularios magníficos tanto en papel como por internet: todas las facilidades. CTB ni contesta y M-Bilbao más o menos me dice por carta que lo sienten pero que ha sido fallo mío (lo que ya sabíamos) así que, si soy tonto ellos no pueden hacer nada

Es entonces cuando recurro también al Ararteko. Para mi sorpresa, me llaman un par de veces muy amablemente, e incluso me piden sugerencias de cómo se podría mejorar el uso de la Barik. Resultado final: ¡poco tiempo después recibo una carta casi con el mismo texto de la que me envió Metro Bilbao!

Con la OAC el tema es más sencillo todavía: reciben la reclamación, piden alguna aclaración y la completan dentro de lo posible. Se muestran muy solidarios y empáticos contigo (¡como abusan las empresas!) y envían una notificación a la empresa objeto de la reclamación. Esta contesta “¡yo no he sido!, nosotros lo hemos hecho todo muy bien, cumpliendo con (casi) todas las leyes y regulaciones”. No vamos a entrar en el tema tributario que es cosa de Hacienda.

Resultado, la OAC te llama para decirte: “¡Esto es lo que hay! Si Vd. quiere, el siguiente paso es el Tribunal de lo mercantil”

Fin del proceso, en este país a los tribunales sólo van los de las revistas y programas antes llamadas “del corazón”, ahora más bien de cotilleo y putiferio. Seguro que sus querellas, demandas y contra-demandas, absorben alrededor del 90% de la capacidad (ya de por sí muy limitada) de nuestro sistema judicial. El 10% restante se pierde en los temas de corrupción, mangoneo y trapicheo entre los políticos. Quedará un 0,00x% para el resto de los mortales.

Por lo menos, esos programas deberían pagar un canon especial a ver si conseguimos mejorar nuestra judicatura. En el fondo, esos temas siempre hacen subir la audiencia, el rating (¡Hay que decirlo en inglés si no quieres pasar como gilipollas!)

Los de la corrupción saldrán de rositas como siempre.